martes, 23 de diciembre de 2014

Entre Cervantes


Juan Goytisolo y la puta Celestina 
no dejan "obispo con mitra 
ni títere con cabeza"

Teo Puebla interpreta La Celestina 
(Acto 9). Del V Centenario de
la primera edición de Burgos (1999).
Museo La Celestina,
La Puebla de Montalbán (Toledo).
   "El mal y el bien, la prosperidad y la adversidad, la gloria y pena, todo pierde con el tiempo la fuerza de su acelerado principio."
                                                                               La Celestina III, 1.

   Son dos clásicos, a su modo, de la mente libre y desinhibida en una España encorsetada y postrada durante siglos; si el uno ilustrado, la otra pedigüeña y hábil en sus engaños.
   A Juan Goytisolo (Barcelona, 1931) la "gloria" ha llamado a su puerta, por fin, con el Premio Cervantes 2014, después que despotricara contra este premio hace unos años. Este hilador entre la vieja Europa y el mundo islámico venía a decir en su descarnado Vamos a menos (El País, 10-1-2001): "La decisión del jurado del Premio Cervantes el pasado mes de diciembre (el laureado fue Francisco Umbral) prueba de modo concluyente (por si hubiera aún necesidad de ello) la putrefacción de la vida literaria española, el triunfo del amiguismo pringoso y tribal, la existencia de fratrías, compinches y alhóndigas, la apoteosis grotesca del esperpento. Sí, Spain is different, y lo es sin remedio. [...]Si a ello añadimos el hecho de que la educación se ha convertido en una nueva forma de calamidad pública... [...] ¡Poetas, narradores, dramaturgos, al acecho de planetario premio, de alcaponesca beca!: trenzándose, entretanto, unos a otros, floridas guirnaldas, prodigándose henchidos elogios, redactando sonoros panegíricos: fuera de tono, inauténticos siempre excepto cuando airada, recíprocamente se combaten", etcétera. Cualquier parecido con el Parnaso de hoy sería desde luego simple coincidencia. En este campo, si tenemos en cuenta los estragos de la seudocultura mediática y la ignorancia general de nuestro pasado, incluso el más próximo, no cabe sino concluir que vamos a menos". (Camilo José Cela se explayaría con un "El Cervantes es un premio cubierto de mierda". El galardonado, Adolfo Bioy Casares, con elegancia y humor rioplatense contestó indirectamente: "Se lo agradezco por la parte que me toca". En 1995 lo recogió Don Camilo sin pudor, ni mancha, alguno.)   
Juan Goytisolo.
www.vilanova.cat
   Muy lejos de Cela, en biografía y literariamente, Goytisolo persigue el discurrir de la actualidad. En "El sueño de una Gran Andorra" (El País, 23-9-2014) afirma: "Para quienes gritan escandalizados "Madrid nos roba" habrá sido una dolorosa sorpresa el descubrir a los saqueadores en su propia casa. La prodigiosa saga de la familia Pujol —del expresident, su inefable esposa y toda la prole— ha expuesto a la luz la cruda verdad de la apropiación a mansalva del dinero público por unos próceres que, tras la pantalla de sus supuestos valores éticos y esencias patrias, conciben sus funciones como un coto o botín de su exclusiva propiedad. [...] La apuesta independentista de Convergència no se ajusta siquiera a la derrotada de Escocia. El programa de ésta contenía un capítulo social contrapuesto al del conservadurismo inglés y los recortes sociales que arrojaron a la calle a docenas de millares de obreros de Glasgow. En el caso español, los programas de Mas y Rajoy son idénticos. Resulta comprensible que, si Cataluña fuera Dinamarca o Suecia y España lo que es, tuvieran deseos de independizarse y entrar en la pequeña lista de países que justamente reivindican su transparencia y honradez, pero, desvanecida la gran fiesta de las emociones identitarias, el panorama que se divisa en Cataluña no tiene nada de reconfortante. El salto al vacío del secesionismo —la probabilidad de quedar fuera de la Unión Europea y del euro— pone en entredicho el sueño de los políticos nacionalistas del entorno del president: convertir a Cataluña en una Gran Andorra en donde circularían libremente capitales y bienes, los magnates del casino global invertirían sus millonarias cuentas y los recién estrenados ciudadanos, investidos de su flamante identidad, serían felices y comerían perdices. Digámoslo bien claro: los nacionalismos exclusivos manipulan los sentimientos en detrimento de la razón y se encierran en el falso dilema entre lo bueno nuestro y lo malo ajeno...". 
   Tras recibir la notificación del "Cervantes" por el ministro de Educación y Cultura, José Ignacio Wert, confiesa a la web Espía en el CongresoPor fin la sociedad civil española ha reaccionado. Y debéis decirlo a todo el que os pregunte: apoyo a Podemos [...], estoy harto de la corrupción [...] el aparato (teléfono) no me para de sonar, ayer tuve que descolgarlo porque no quiero hablar con ningún periodista ni hacer ninguna entrevista con las habituales preguntas estúpidas” (a la vista de estos antecedentes los actos y ceremonia del Premio pueden ser una buena antesala de traca que despierte cerebros adormecidos ante el año electoral que se nos viene encima). Alguien dijo que Goytisolo "es un sí y a veces un no al mismo tiempo, una forma de ser, ambigua pero total". De su juventud comunista, viajero incansable entre Marruecos, Francia y España, casi un apátrida, restan como diamantes sus confesiones, sobre su vida personal o sobre sus creencias
   Su hermano Luis no se deshace en elogios y considera que ambos son "dos escritores muy distintos [...] Juan, en cierto modo, es más mediático, y lo que sucede también es que su obra está más dentro de la tradición española, tanto sus ensayos como sus novelas. España está siempre muy presente en sus obras, aunque con ojos críticos y, con frecuencia, certeros". El jurado necesitó dos horas y siete votaciones para decidir el premio, destacando "su voluntad de integrar las dos orillas y su apuesta permanente por el diálogo intercultural"; menos mal que luego resalta s"capacidad indagatoria en el lenguaje, sus propuestas estilísticas complejas desarrolladas en diversos géneros literarios". Su antecesora, la mexicana Elena Poniatowska, lo compara, entre bromas, con la duquesa de Alba: "Es a veces tan auténtico como la duquesa de Alba", recordando una visita con el escritor a unas pirámides en México donde éste le confesó: "Es más difícil subir a las pirámides que una noche de amor"José Manuel Caballero Bonald, galardonado hace dos años, lo define como "una de las cumbres literarias españolas desde la posguerra".
   Su obra literaria arranca en 1954 con Juegos de manos, que lo sitúa dentro del realismo crítico de posguerra, a la que seguirían La isla y la trilogía formada por Señas de identidad (1966), Reivindicación del conde don Julián y Juan sin tierra, donde construiría una de las más ácidas visiones de la España franquista, con una arriesgada creación heterodoxa. Aún cree que sigue pendiente la transición cultural: “Sigue vigente el canon nacional-católico. Yo tengo fama de heterodoxo y nunca he buscado la heterodoxia sino ampliar la base del canon, es decir, incorporar lo que había sido dejado de lado, ampliar el ámbito reductivo del nacionalcatolicismo, la fidelidad a un relato histórico que no se corresponde con la realidad. Hay tres temas tabú en la cultura española. Uno es el carácter mudéjar de la literatura española -castellana y catalana- en sus tres primeros siglos. Se escribe en lengua romance pero inspirándose en modelos literarios árabes. El segundo, la importancia del problema de la limpieza de sangre: toda la literatura está embebida de la violencia entre cristianos viejos y cristianos nuevos y esto se traduce en nuevas formas literarias en el siglo XV y el XVI. Tercero, el extrañamiento del tema erótico. Tanto Menéndez Pidal como Unamuno hablan de la cultura española como una cultura casta en contraposición al libertinaje de la cultura francesa. Cuando uno conoce el Cancionero de burlas, La lozana andaluza o La Celestina se encuentra con un rotundo desmentido a esta afirmación” (cultura.elpais.com, 24-11-2014).
Goytisolo, siempre "abriendo" puertas.
De www.ousferrats.com
   De su exilio en Marraquech surge la novela Makbara (1980). Viajero incansable de las guerras de Bosnia y Chechenia entre 1993 y 1996 surgen Pájaro que ensucia su propio nido y Contra las sagradas formas. Se ha solidarizado con la lucha por la libertad en Cuba (en el 2010, junto a Antonio Muñoz Molina, y el polaco Adam Michnik, manifestó su apoyo a la liberación de los periodistas cubanos encarcelados a raíz de la célebre Primavera Negra de 2003, y pronto escuchamos su opinión sobre el levantamiento, esta semana, del bloqueo estadounidense a la isla, isla donde su imaginaria mulata cubana de Juan sin tierra es una ecolalia de Celestina: "..., la gorda, sólo aspira a dar placer y recibirlo pues la vida es sabrosa y debe apurarse sin remilgos ni teorías, con la conciencia tosca pero clara de que no hay otra realidad fuera de la que uno ve, gusta y toca..."). 
   De la "Madre España" sostiene que la transición política se hizo “todo lo bien que se pudo”, y su voraz crítica la vierte intermitentemente en artículos y ensayos. Ahora se refugia, se encierra sobre todo, en la poesía: Ardores, cenizas, desmemoria (2012). Hay quien ha definido su creación como un gran "collage", donde conviven versos del Arcipreste de Hita, con anuncios de televisión, para luego hablar de misticismo y sexo, inmigración, o el hito de la izquierda tras la caída del Muro de Berlín, sin perder de vista el carácter poliédrico del mundo árabe. 
   Juan Goytisolo acudió a La Puebla de Montalbán (Toledo) para el V Centenario (1999) de la publicación de los dieciséis primeros actos, primero Comedia y posterior Tragicomedia de Calisto y Melibea (allí con una ajustada timidez, pudimos apreciar la genialidad en su discurso, la exactitud en la idea y magistral en el prólogo a la edición para la conmemoración. A su lado el también luego "Cervantes" José Hierro, deleitaba a sus lectores con ágiles trazos de dibujos en sus dedicatorias). Mientras Hierro terciaba en sus versos de "Vida", (Cuaderno de Nueva York, Hiperión, Madrid, 1999):
 [Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.
Grito “¡Todo!”, y el eco dice “¡Nada!”.
Grito “¡Nada!”, y el eco dice “¡Todo!”.

Ahora sé que la nada lo era todo,
y todo era ceniza de la nada.
No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada.)
Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.]

   Goytisolo encendía las ascuas de Celestina igualando en la vida putas y damas: "Las únicas leyes que rigen el universo de ruido y de furia de La Celestina son las de la soberanía del goce sexual y el poder del dinero. [...] Las cínicas observaciones de Celestina sobre el hecho de que "ninguna diferencia havría entre las públicas, que aman, a las escondidas doncellas, si todas dijesen "sí" a la entrada de su primer requerimiento" (VI), dado que "coxquillocicas, son todas, mas después que una vez consienten la silla en el envés del lomo nunca querrán folgar (III)..., se ajustan a la fatalidad de unas pasiones que enhebran el hilo argumental de la Tragicomedia"
   Pasiones y lujuria que entran en los mismísimos templos de la mano de Celestina y que llaman la atención del estudioso: "Que hombre había que estando diziendo missa, en viéndome entrar, se turbaban, que no fazian ni decían cosa a derechas. Unos me llamaban señora, otros tía, otros enamorada, otros vieja honrada. Allí se concertaban sus venidas a mi casa, allí las ydas a la suya, allí se me ofrecían dineros, allí promesas, allí otras dádivas, besando al cabo de mi manto, y aun algunos en la cara, por me tener más contenta (IX, 3)".
 El crítico Goytisolo afirma que "es la obra más virulenta y audaz de nuestra literatura, pero cuyo afán devastador de no dejar obispo con mitra ni títere con cabeza, se compensa con un lenguaje inédito, desinhibido y suelto de un yo individualizado y moderno, liberado de la camisa de fuerza de las convenciones, arquetipos y moldes que anteriormente lo ataban y reducían"Quien lo fue a decir ya dejó en las últimas páginas de Juan sin tierra una confesión de un penitente, ¿onírica?: "... algo más majo?/ bueno dices tú: también falté al sexto/ al sexto?/ una vez o varias veces?/ infinitas veces!/ con acciones o de pensamiento?/ con acciones y de pensamiento!/ solo o acompañado?/ solo y acompañado!/ con hombre y mujeres?/ con hombres y mujeres!/ con niños?, murmura él/con niños! con niñas! con ancianas! con ancianos!/ no es posible gime él/ sí, sí, gritas tú: con todo quisque!/ Dios mío!/ con perros! con cabras! con cisnes! con dromedarios!/cunnilingus? cunnilingus!..."
La Celestina, primer acto.
Teo Puebla.
   Amén de la complicidad con el sexo de Celestina, Juan quizás ya participaba de su precognición: que estamos en algo parecido al epicentro de un terremoto cuando predecía en aquel prólogo "el continuo e imparable declive de los valores humanistas, solidarios y democráticos en una Aldea, Tienda o Casino Global regidos por poderes incontrolables y cuya única ley es también la inmediatez del provecho"Teo Puebla, natural de la misma plaza, pintó las imágenes que luego acompañan al inigualable texto y que son prodigio de luz y simbolismo (rojo tragedia y también infierno, donde coincidirán putas y escritores sin mordazas. ¿Acaso no se reunirán allí los espíritus de Juan y Celestina?).
      Si subimos por último al carro de este acto al paridor de la obra inmortal, Fernando de Rojas, que al final de la misma escribía: "Por ende, si vieres turvada mi mano,/ turvias con claras mezclando razones,/ dexa las burlas, ques paja y grançones,/ sacando muy limpio dentrellas el grano", bien podemos aseverar que al flamante "Cervantes" no le ha temblado el pulso para separar la paja del trigo. Seguro que a este Juan cervantino, la mente, la pluma y el pulso no lo pervertirán, en muchos años, en el "Rinoceronte", a lo Ionesco.

domingo, 12 de octubre de 2014

Desencuentros

María de Jesús versus Santa Teresa


  Al gesto de cerrar la última página de El testamento de María (Colm Tóibín, Lumen, 2014) le sucedió el verme, en muy pocas horas, en la iglesia de los Carmelitas Descalzos de Toledo, escuchando la poesía de Santa Teresa de Jesús "Las palabras del alma"; el grupo Hijos de un Río Amargo, (Consuegra, Toledo) para rememorar el aniversario de su muerte (4-10-1582). Era el prólogo de los actos previstos por el quinto centenario de su nacimiento. Sentado en la bancada con filigranas de madera y reclinatorio frente al altar sentí emociones contradictorias a medida que transcurrían los versos de cohetáneos de la Santa aderezados con música de tal época.
"Hijos de un río Amargo",
 en el convento de los Carmelitas (Toledo)
   A la desazón, y al mismo tiempo conciliación, que produce chocar con las bajezas y dudas que Tóibín dibuja en la conciencia de una María, madre de un Jesús carnal y su marabunta activista contra el poder romano y religioso judío, Teresa de Jesús desparrama pasión mortuoria por unirse con el "esposo". Frente a la huída de la vida de la María humana, la de Tóibín, en el final de sus días, cansada de la hipocresía y la locura desencadenada por los feroces trastornados que soliviantaron y siguieron a su hijo, la monja poetisa, muy versada en la musicalidad de sus textos, busca desesperadamente reencontrarse con su "amado". 
   Mientras en María la duda le niega reconocer en aquel hombre al hijo de Dios, era sangre de su sangre -y del olvidado históricamente marido-, al que abandona con la huída temerosa tras la crucifisión, avivada por los seguidores de un ídolo al que tratarán de ensalzar por encima de lo humano con hechos que ella misma recuerda dubitativamente, o los desmenuza como fruto de una locura colectiva, Teresa mantiene la certeza en que "el esposo" reconfortará la transición de esta vida de sufrimiento, confirmando lo ideado por los que trazaron la versión de aquella "Pasión" y sucesión de dogmas que la Fe ha ido construyendo durante siglos. 
   Hasta aquí, el imaginario colectivo de muchas generaciones ha percibido a la monja universal en un estado "de angustiosa perturbación. Sujeta entre Dios y el mundo, aspira a deshacerse de éste. La vida que lleva no responde a sus ansias de perfección...". ("Santa Teresa de Jesús", Hijos Ilustres de España, Andrés Revesz, Edit. Sánchez Rodrigo, Plasencia, 1956). Una reiteración literaria y de leyenda sobreabultada durante el nacionalcatolicismo y que ha ido creciendo su imagen en el ámbito literario y teatral (hasta llegar a la Teresa mortal, por fín, acusada de heterodoxa y mística por el Inquisidor, de un Juan Mayorga, Premio Nacional de Literatura Dramática 2013 en La lengua en pedazos, y que hoy iría derivada a un posible tratamiento psiquiátrico de seguir al pie de la letra sus "visiones" y percepción fragmentada, síntomas de la esquizofrenia)En la historia recontada, el momento en el que las Santa se encuentra con el sentido que da luz a su vida se produce, según Revesz, ante un Ece-Homo, en la semana de pasión, cuando lleva dieciséis años de vida enclaustrada.
La Piedad de Elche.
Imaginería católica que visualiza mensajes
muy asentados en la conciencia católica.
   Curiosa contradicción con el libro de Tóibín, donde la madre huye a ocultarse de los que le dan muerte a su hijo, dolida, muerta en sus entrañas, y de miedo. El odio desatado contra Jesús, su abandono, atormenta a esa madre que se hiere constantemente con la duda de si hubiera podido arrastrarlo de lo que le transmitieron como "inevitable". No siente, tampoco, en lo íntimo de su ser, que la muerte de su hijo vaya a salvar el mundo; cuando uno de los acólitos, se sobreentiende un apóstol que está llamado a reescribir la historia, le dice "Ha muerto para salvar el mundo y darnos la vida eterna", ella se pregunta: "¿Cómo, muriendo en una cruz?", para luego exclamar "no merecía la pena". 
   Desde Éfeso, como una refugiada política, aquella madre dibuja un universo muy distinto al de Teresa que enciende las llamas de un supuesto espíritu al visionar la cruz, el destino de su alma. Se ha cerrado al leerla, o escucharla, la aventuranza, el escrutinio de aquellos apóstoles ideólogos de un carisma, una fórmula reconfortante, un ideario político-religioso; pero también de unas sensaciones, las de Teresa, de las que no se aleja Juan de la Cruz, en llamaradas corporales encendidas a la pasión por un Dios, un Cristo, que místicamente llena los vacíos de la vida terrenal tan andrajosa y cruda.
   Entre las dos visiones quince siglos, mucha historia del Cristianismo, con una Iglesia que vive anclada al poder desde sus orígenes, y que quiebra cuerpos cuando se saltan los dogmas por una Inquisición que tiene tanto de creencias en el más allá, como ahogar posturas que debiliten el poder económico y social en el acá. ¿Qué hubiera sido del "terrorista" de Jesús y sus seguidores de haberse revelado contra el dogma unos siglos más tarde? Los judíos ya vivieron en los años subsiguientes al martirio de aquel visionario que algo muy sutil había cambiado bajo sus pies. Su ruptura desencadenaría el más importante duelo entre dos de las religiones monoteístas de un mismo Dios para los creyentes.
   La María pagana de Tóibín no es creyente ni tan bondadosa, ni siquiera inmaculada, como la diseñó la ingeniería católica, sino una mujer que duda, que sufre el miedo, que abandonó a su hijo, que no supo, no pudo, protegerlo; fue débil, o quizás otros no le dejaron por una estrategia concebida para determinado fin, y que carga con una culpa que tan sólo se irá con su muerte. Al final morirá creyendo que aquella muerte no mereció la pena. 
   Es un retrato atroz, duro, un espejo donde intuimos lo que fue durante tantos siglos, mera "comparsa", hasta que llegan a la Iglesia católica del siglo XX las "Advocaciones marianas" y su figura se engrandece de virtudes que la definen como el cuarto cuerpo de la Iglesia (José Guerra Campos (1920-1997) fue uno, un ejemplo, de los más doctos en su cuerpo teológico).
R.P. José Antonio, O.C.D.
   Teresa de Jesús busca la muerte, se ceba en la cruz como símbolo de vida, juega poéticamente, casi locariamente, con la imagen de la muerte de aquel Cristo para ella; quiere desaparecer de este mundo de sufrimiento, como también Juan de la Cruz (de quien todo el que lee o escucha sus versos desprende un imaginario de sensualidad y sexualidad). Éste último, compañero inseparable de la Teresa, entre el misticismo y el ascetismo, fue, y es en sus versos, la reconciliación con la gravitación de la existencia, el amor, la sensualidad, la trascendencia de ambos, si cabe. Es la nota de equilibrio frente a Teresa; y también reconfortante frente a la desesperación de María (cuestión que será de ver en el montaje dirigido por Agustí Villaronga con Blanca Portillo como madre de aquel Jesús del que muy pocos se atreven a publicitar un estudio definitivo de su existencia, y mucho menos en los términos de personaje que se ha erigido desde la Iglesia; puede leerse, por la documentación y la ironía en su redacción, a Juan Eslava Galán en El catolicismo explicado a las ovejas, Planeta, 2009).
   Fuera de todo dramatismo o encono por cuestiones de creencias religiosas, lo sorprendente a estas alturas es que descubrimos el esfuerzo de cualquiera de estos creadores, Tóibín, Mayorga, Eslava, Villaronga, por hacer de su arte algo profundo y estimulante intelectualmente; aunque sea para abrir la confrontación en el plano literario o de creencias. 
  Y no por menos dejaremos de deleitarnos con la sublime creación de Teresas y Juanes, y las dudas de María.

martes, 30 de septiembre de 2014

Callejeando

Voix-vives frente a la muerte


   Joan Manuel Serrat ya no confía en la especie humana, "no me siento nada partícipe del proyecto de futuro (...) El miedo está haciendo mucho daño a esta sociedad”, (El País 1-9-2014).    Estas mil veces escuchadas palabras me arrancan un estremecimiento por venir de uno de los rapsodas con los que afinamos oído y mente a la poesía, a los poetas de siempre. Con él aprendimos, sin darnos cuenta, versos y compases que aún tarareamos en lo interno de nuestro ser. Con él vivimos, aún hoy, las cosas grandes y pequeñas que los poetas destapan con la palabra; una palabra que a veces abre en canal un cuerpo, con mayor vehemencia que un cuchillo (el pavor ante la desesperación de un secuestrado, un periodista, a punto de ser ejecutado en la guerra de Siria, pidiéndole que le cortase cuanto antes el cuello a su verdugo ante la inminencia de su muerte constatada; y esto en los versos de un poeta iraquí en el punto final de Voix-vives en Toledo, entre el 5 y 7 de septiembre pasados).
   Voces vivas, el encuentro de poetas que tienen como orilla un Mediterráneo sin fronteras, ha cumplido dos ediciones en la capital manchega, después de pasar por El Jadida (Marruecos), Génova (Italia) y Séte (Francia). Esa última noche, frente al Tajo, también nos llega, como un fogonazo más de rabia e impotencia, el testimonio de Qasim Albrisem, un doctor torturado por sus ideas en Irak, recogido en su Fligt from Saddam y para el que sellan estos versos:
No pierdas nunca el agua que duerme a los guardianes
Ni alojes en su boca la sal de tu estupor
                                                          Enrique Falcón (España).

   A lo largo de estas tardes-noches he sentido con estos poetas de pieles multicolores un pesimismo cercano al desasosiego en el fondo de sus mensajes, aunque también, como no, como siempre en la poesía, desencadenarse la pasión, el sexo, la belleza y la transgresión de la vida; el año pasado levantó mi piel de mármol J.C. Mestre y su poema “Cavalo Morto”, donde universo y hombre se colaron en mi imaginario:
Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo.
Un poema de Lèdo Ivo es una luciérnaga que busca una moneda perdida. Cada moneda perdida es una golondrina de espaldas posada sobre la luz de un pararrayos. Dentro de un pararrayos hay un bullicio de abejas prehistóricas alrededor de una sandía. En Cavalo Morto las sandías son mujeres semidormidas que tienen en medio del corazón el ruido de un manojo de llaves.
Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo.
Lèdo Ivo es un hombre viejo que vive en Brasil y sale en las antologías con cara de loco. En Cavalo Morto los locos tienen alas de mosca y vuelven a guardar en su caja las cerillas quemadas como si fuesen palabras rozadas por el resplandor de otro mundo. Otro mundo es el fondo de un vaso, un lugar donde lo recto tiene forma de herradura y hay una sola tarde forrada con tela de gabardina.
Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo…


  Este septiembre, frente a la colosal catedral, a los pies de esa original obra de Cristina Iglesias, reflejando la piedra granítica en nerviaciones al fondo, sentimos hondos los versos en árabe, italiano, francés, castellano, y tantas lenguas, perfumados, irónicamente, por las oleadas de sabores a chorizo, morcilla y panceta, mientras algún chaval distraído se aloja en los bajos del Ayuntamiento con sus últimos wasaps del día (toca eso ahora, claro está, mientras al otro lado otro joven de la misma edad busca el abrazo tierno de la colega poetisa que declamó a la tarde en otro rincón de la ciudad imperial).
La magia de la obra de Cristina Iglesias.
Mejor verlo en vivo.
   Versos tristes y duros sobre la melancolía, la muerte, la sensualidad, con el bello poema visual que recreaba la intérprete para el colectivo de sordos, con el arte y la belleza de las manos y brazos, acompañados de los gestos del rostro, con la traca final en el poeta-poema llanamente expresivo desde su mundo, aquel sí sordo y mudo.
  El resto de los días se desparraman por todos los rincones de esta ciudad, tantos y tantos poetas de tantas regiones dispares que es mejor sacar al albur cualquier verso y autor para luego encontrarse con él a solas, para disfrutarlo en vivo, rozándolos, abrazándolo. 
  Paradójicamente releía al tiempo una novela recomendada por un buen amigo, Ávidas pretensiones, de Fernando Aramburu (Seix Barral, 2014), donde un grupo de poetas lucha, cuerpo a cuerpo, con todas las malas artes, por publicar a costa de cualquier pago. Mas en Voix-vives estos seres multiformes avivan lazos de cordialidad, respeto mutuo, silencio, y hasta el ensimismamiento, para animar a un público que se deleite en la musicalidad de las lenguas del otro, antes de conocer su traducción, con cada pliegue de sus cuerpos.
   Y luego los paseos poéticos por el Toledo de Garcilaso, Bécquer, el grupo de la Orden de Berlanga y tantos otros, de la mano de Manuel Peinado, cayendo la tarde en las plazas y con el contraste del poeta árabe bajo cruces y altares (mientras desde alguna ventana saltan las voces de los comentaristas del Mundial de Baloncesto, sin conseguir bajarnos del Parnaso en el que andábamos perdidos). En otros vericuetos creativos, poemas infinitos o musicalizados con instrumentos enraizados en un pasado que no nos resulta remoto.
  Cuando ahora releo algunos poemas de Manuel Rivas, a quien no me atrevo a definir si poeta o novelista con un grandísimo tinte poético, de su antología El pueblo de la noche (Alfaguara, 1996), con su "Carretera",


El indicador decía Con niebla, no se detenga,
pero la niebla llegó a ser tan espesa
que detuvo cuidadosamente su coche.
Salió, dió unos pasos,
pero un miedo ancestral le hizo retroceder.
No había ruido ni eco
como si todo lo existente se desvaneciera.
Puso la radio y sólo escuchó una música árabe,
qué coño, tan al Norte.
Fue entonces cuando vio aquellas siluetas en el parabrisas.
Eran vacas,
enormes cabezas con ojos de aguanieve.

quise ser esa...

mujer que espera sentada
en un banco de la plaza de ángeles
frente a la catedral que no recuerdo
                                                   
                                                    Violeta Medina (Chile).


                                                      
                                      Para que las voces vivas siempre superen a las muertas por el miedo.

viernes, 29 de agosto de 2014

Callejeando

Si El Greco retratara a Celestina

   Calles desiertas. Las casas parecen vacías, abandonadas aprisa, quizá por algún imprevisto. No hay sombras tras las cortinas de los ventanales. El silencio se pega a las esquinas. En la plaza las últimas banderolas de las pasadas fiestas caen verticales desde las balconadas de madera sobre los cantos rodados. En una pared blanca, como tantas a cal del pueblo viejo, cuelga un cartel con la programación del Festival Celestina (La Puebla de Montalbán, Toledo). 
  Si miramos el reloj deducimos que todas las gentes están bajo el subsuelo, en cualquiera de las tantas cuevas que nervian las entrañas de esta villa. El cielo agostero se torna de un rojizo que aquel loco, apodado El Greco, hizo universal en los cielos de la ciudad imperial. Ahora, en un totum revolutum, hombres y mujeres gestualizarán las pinceladas, arbitrarán sufrimiento y amores, gritarán desde las entrañas de esa tierra arcillosa con paredes trabadas de ladrillo cocido hace siglos, se amortajarán, y vibrarán con los postreros aplausos, estos actores, profesionales y amateurs “Pueblanos”, que lo recuperan en una advocación a su ingenio en "El Greco, la luz extraviada”. 
   Todo este universo de músicas y representaciones que conforman esta semana profundamente cultural tiene un alma mater, María Elena Diardes y su grupo La Recua, con la complicidad de sus magos actores reencarnados en personajes de la Historia, que sobrepasan su propia historia. Una idea humana y más cercana, rica en simbolismos alejada de la algarabía institucional que viene montándose todo el año con motivo del cuarto centenario de la muerte del pintor (escondido en el largo túnel de olvido precisamente por los estamentos eclesiásticos y del poder que ahora le encumbran). Así que, en una voltereta de ficción, me imagino que en uno esos túneles que sustentan las casas de La Puebla, el pintor y la alcahueta se arrecian un buen cazo de vino y se burlan de la hipocresía de quienes les persiguieron o marginaron y ahora vienen a bañarse en multitudes, desparramando migajas de una cultura que castraron siglo tras siglo.
   El Festival arranca en 1999 coincidiendo con el quinto centenario de la primera edición de La comedia de Calixto y Melibea (Burgos, 1499) que, de no haberse escrito El Quijote, sería nuestra obra cumbre. Del libro destaca la recreación demoledora de las fórmulas literarias de finales del siglo XV, y de la visión satírica del panorama social, en un tono de parodia de la literatura cortesana; denuncia las costumbres y corrupción al uso en aquellos momentos (qué poco hemos cambiado), con telón de fondo en los grandes temas medievales: el amor, la fortuna y la muerte, con independencia del rango social de cada personaje. 
Melibea no puede resistirse
a los poderes de Celestina.
mitierra.radiopuebla.com

   Del autor, Fernando de Rojas, descendiente de judíos conversos, se deduce que a su paso por la Universidad de Salamanca se empapó del espíritu reformista. Tras la primera entrega más tarde le añadirían, por el mismo autor u otro, según versiones, definitivamente seis actos más llegando a los veintiún actuales que conocemos como Tragicomedia de Calixto y Melibea o, por el universo, La Celestina). Murió en 1541, casualidad que es el año en que nace Doménikos Theotokópoulos que, a buen seguro, tuviera en algún descuido en sus manos La Celestina y descubriera la exaltación de la sensualidad, la exploración por las pasiones humanas que se alejan de supuestos ejemplos medievales sobre el premio y el castigo trascendental, la lujuria, la espiritualidad, la razón y la avaricia que despuntan a cada instante en los actos, y las transformaciones previsibles y tan sensibles como a nuestra propia existencia de hoy en día. 
   El personaje de la alcahueta es un reflejo de la ambivalencia, el doblez, la luz y la ceguera del ser humano a la que tuvo que enfrentarse el pintor y es parejo en su obra por la técnica y novedad de mensaje con claridad que aportó a sus cuadros, salvando corrientes más conservadoras. De hecho se le tachó de loco, extravagante, y hasta pésimo pintor (la Iglesia no pagó lo pactado con el artista por El Expolio que hoy resalta en la catedral toledana, y hasta Felipe II no quiso reconocer al autor de El martirio de San Sebastián o El martirio de San Mauricio, extraordinarios cuadros donde no aparece sangre, ni martirios, ni Dios severo y castigador). 
Retrato imaginario de Felipe II.
Antonio Saura. 1972.
Cuenca, Museo Arte Abstracto.

   Hasta que artistas ligados al impresionismo y otras vanguardias artísticas de finales del XIX y principios del XX, vean en él un innovador aventajado: pinceladas con colores cálidos y fríos en planos que hasta entonces no se habían atrevido a lanzar otros pintores; alarga figuras y crea escenas que yo me atrevo a creer que fueron señuelo, consciente o inconsciente para el propio Goya, Picasso, Cezanne y tantos otros que disfrutamos en El Prado, El Greco y la pintura moderna, de la que no quiero desvelar ninguna de las inmensas sorpresas que depara cada evolución de los cuadros del genial pintor greco-toledano en tantos innovadores del arte hasta nuestros días.


El Greco, Adoración del nombre de Jesús (Alegoría de la Liga Santa, 1580).
Max Beckmann, Estudio para Resurrección I, (1907).

   Mas volviendo a La Puebla, ¡vendería mi alma al Diablo Cojuelo para escuchar en el infierno a Celestina y Doménikos en su diatriba sobre conjuros y brebajes de la primera para rendir amores, y al pintor arrogante explicar los símbolos y significados de su pensamiento en tanta miniatura camuflada en sus lienzos con cerdos, murciélagos, serpientes, calamares -signo tradicionalmente ornamental en Creta-, para evitar y driblar el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición!
   Celestina se descoyuntaría con su risa desdentada si se enterase, por boca del pintor, que algún ignorante borró su autorretrato miniaturizado pensando que se le estaba quedando negra una uña al todo señor del retrato El caballero de la mano en el pecho. Y yo, qué quieren que les diga.
   Por cierto, disculpen que bajo a la cueva, se ha hecho silencio y creo que va a empezar la función.

domingo, 20 de julio de 2014

Entre Cervantes


Camilo José Cela,
o el arte de la palabra
fresca y desnuda
(veintiocho años después)


   Todo el mundo estaba al tanto del jocoso comentario “los españoles no tocan el culo a las mujeres” que publicaba una columna de El País ese mismo día. Muy pocos minutos bastaron para que saliera a relucir en la improvisada tertulia en la rejuvenecida Fonda España, ahora de Carlos. Ojalá hubiera estado en la mesa Fray Luis, hubiéramos tenido el pan con la sal. De lo primero no quedó ni un mendrugo; de lo segundo dicta la superstición que no quede un grano sobre el mantel, y Don Camilo se vació como el salero. Y es que bajo esos gruesos cristales que resisten la mirada cansada de este hombre, bonachón de apariencia, de voz grave y bien templada, se esconden unos ojos chicos, traviesos y pícaros, que esmaltan todo su brillo cuando se desata la aquilatada lengua, de quien mejor maneja los ovillos del habla llana. “Yo no dije tal cosa aunque sí pellizqué a la desagradecida periodista”, afirma quien únicamente no ha sacado los colores tratando este fogoso tema a la choferesa de su segundo Viaje a la Alcarria, claro siendo ésta de color. 
Imagen relacionada     Vino a pronunciar el pregón de fiestas al pueblo que fue cuna de Fray Luis de León, Belmonte de Cuenca. Compartió el vino y el pulso de sus gentes que se deshicieron en mil detalles para agradecerle su presencia en estas calles cargadas de historia y entresijos cotidianos. Don Camilo, resonando su nombre cientos de veces entre los belmonteños, trajo esa humanidad, que muy pocos como él saben labrarse, hablando del vino, el placer y, cómo no, de mujeres. Arropado por sus incondicionales y la hiedra de un patio manchego, campechano y dicharachero, volvió a llamar al pan pan y al vino vino. Esa noche…
   “Me sobran cuarenta años”, que carga sobre nuestras espaladas al compararnos en su vitalidad, “y aunque he escrito y dicho tantas cosas que ni tan siquiera recuerdo todas, es justo ahora cuando más me gusta disfrutar de todo”, cuestión que hace al narrar sus vivencias e historias, “ahora lo que más me divierte es silbar y saltar a la pata coja aunque, como comprenderá, ya no puedo hacerlo”. 
   Don Camilo, esto me lo dice cuando ya está harto de buenos libros y excelente música, “eso son fanfarrias”, y entre chato y chato, siempre del mismo vino, “no me gusta cambiar”, mientras advierte que apaguen la música que no nos deja charlar tranquilos. Así que comemos rápido al hilo de su conversación para no perdernos ripio, pues él no cena, tan sólo pincha de vez en cuando el curado jamón, entre el silencio que se hace en el resto de mesas del jardín para escucharle. A sus espaldas una rueda de carro viejo simula la rueda de la fortuna que le acecha y, hasta aquí, le ha “guiado” por buen camino. 

   “Miren si hay gente para todo. Hace unos días me preguntaba una joven sociólogo que cómo había pasado aquellos años del franquismo; imagínense ustedes, como si tratara de hace cinco o seis siglos; en fin, que cómo había llevado mi vida sexual. Le respondí que como todo el mundo: llevándome una mujer cuando pude. Claro, me reprimí de llamarlo como se debe: joder, que todo el mundo lo entiende. Al aclarárselo se quedó roja como un pimiento”. 
   Marina Castaño, su secretaria, atiende de vez en cuando a la plática del escritor. Al tiempo está al tanto de quienes quieren acercarse al Cela entrañable para pedirle autógrafos o simplemente saludarle. Tímidamente le recuerda la hora y este hombrazo “nada mayor” le sobrecoge con un “vámonos ya Marina que comienzo a desvariar”, sin hacer ademán de iniciar despedida alguna y disponiéndose a contar “siempre la penúltima” anécdota que le llega a la memoria, sin dar tiempo a camuflar mi libreta entre platos y cubiertos, destapando mis “sisas”; con una sonrisa me dice que si lo deseo puede narrar más despacio. Y así hace.

Tierras y gentes de todas partes

   “Miren ustedes, mientras estuve por tierras andaluzas me eché una novia que se llamaba Gracita G., que tenía una hermana que se llamaba Sole. Esta Sole tenía un novio cojo, con un zapato de estos, de tacón enorme, que siempre me decía ¿y tú que eres muy aficionado a los toros, qué crees que es lo que me falta para ser torero? Y yo le contestaba siempre, mira Antonio, lo que a ti te ocurre no es de falta, lo que a ti te pasa es que te sobra y, claro, casi me mata”. Pero Gracita no ha caído en saco roto, “pues a lo que íbamos, aquella Gracita cuando me preguntaba que de dónde era, yo le contestaba gallego, y ella muerta de risa, me daba otro apretón fogoso. Lo que ocurrió más tarde vino después de una borrachera que me tuvo en cama un día y medio. Al despertarme allí estaba, adormiscada, sentada en una mecedora con las falta subida hasta las corvas. En una mano un abanico y en la otra un fajo de hojas de periódico y dándose aires en los muslos. Me levanté, le dije que iba por tabaco, y hasta hoy. ¡Qué mujer aquella!”.
   Varios jóvenes se acercarán con servilletas y sin bolígrafos cogidos por la sorpresa y el qué dirán mis padres que tanto me han hablado de este hombre que ahora sale en televisión, en audiencias con el Rey, o en los anuncios de CAMPSA. Otros, los menos, han tenido que leer, a la fuerza, La Colmena, Viaje a la Alcarria o La familia de Pascual Duarte, en los últimos cursos de la Educación General Básica (EGB), o el Bachillerato. “Jo tío, y este es el mismísimo Cela”, pero no estaban en la conferencia que dio en el colegio público “Fray Luis de León” horas antes. Tampoco estaban aquellos que lo habían recibido como quien ve llegar al Papa, entre el rito del abrazo y el agasajo, con el silencio del atardecer mortecino como testigo. Ni tampoco quedaron después aquellos que ya consiguieron primeramente el autógrafo del gran “Cervantes” del siglo XX (todavía faltaban nueve años para que se le concediese este galardón en Alcalá de Henares, y tres para el Nobel).
Cela recibiendo el Premio Cervantes.
Alcalá de Henares, 1995.
   Tan sólo rondaba, muy de vez en cuando, sin llegar a cansar, el dueño de la posada, “¿qué tal don Camilo?, buen provecho. "Sí gracias". "¿Más vino don Camilo? Una copita más, siempre del mismo”, sin cambiar. “Por término medio se puede beber algo menos de un litro por comida”. Mientras, se puede hablar de la dominación francesa en Indonesia, o de los ingleses “aunque llevo el apellido no me caen bien los de esta raza”, en la India. Muy poco pan, y casi nada de carne en salsa. Siempre con las “entendederas” tapiadas hasta no haber acabado lo que quería decir, “sólo me falta que me disequen”. Y es que le han preguntado de todo, le han dicho de todo, y le han hecho de todo.
   Don Camilo, dicen que el padre de la Constitución fue Jordi Solé Tura. “Bueno eso no es cierto. También lo fueron muchos otros que no han estado tan en boca de todo el mundo. De todas formas es justo reconocer el trabajo de todos. También estaban Peces Barba y el propio Fraga entre otros. En el fondo fue un trabajo de Derecho Comparado. Yo sólo cumplí mi papel lo mejor que pude”.

Franco, su custodia

   En su vida don Camilo tiene algo muy metido entre ceja y ceja, “yo no podía haber estado en otro lugar que el que me correspondió dentro de la política”. Vivió con exiliados a los que ayudó cuando pudo y hasta les tiró la primera piedra al hacerles reconocer su impotencia desde el momento en el que afirmaban “entrar” a la muerte del general Franco pues “resultaba imposible para ellos derrocar el régimen impuesto tras la guerra”. De vuelta a España ayudaría a cuantos se le acercasen a su casa “aún a las tres de la madrugada para pedirme que hiciera lo posible para salvar a un comunista que iban a darle el “paseo” a la mañana siguiente. Me acerqué a la comisaría, pregunté por el susodicho diciendo que quería interesarme –por su familia sabe- y me dijeron que le caerían uno meses de cárcel por haberse fugado sin acabar el servicio militar después de la guerra. Total, que casi lo descubren los propios compañeros cuando la policía no sabía sus actividades, ni militancia política. Había mucha descoordinación”.
   “A Franco no le he llegado a conocer más que por las anécdotas y comentarios. Mire, contaba don José María Peman que en una de sus audiencias particulares con el general, éste le comentó textualmente: No debieras preocuparte por la política, ¿ves?, ni yo mismo la practico”. “Sin embargo, continúa don Camilo, él mismo puso en jaque a muchos diplomáticos con los que se entrevistaba en sus propios despachos, de los que el general sustraía, a veces, papeles de esencial importancia para el Estado. Ejercía, para mí, una política de “cuartelillo” austera y sin más mano derecha que la del palo”. Muchos me han recordado esa austeridad también del general con el vino y las mujeres. “Pues a mí me han contado, con cierta gracia, el día en el que detuvieron a su padre embriagado en un bar mientras contaba como tenía tres hijos, uno de ellos muy inteligente, Ramón, otro muy simpático, Ricardo, y otro tonto, mi Paquito. Claro está, que después del primer revuelo estaba en la calle”.
   El caso es que Franco, o la cohorte de “chupatintas” censuraron, según el propio Cela, alguno de sus libros y le conminaron hasta el “destierro” en Las Palmas. Don Camilo, ¿un cierto paralelismo con la vida de don Miguel de Unamuno allá en Fuerteventura? “No nunca. Yo siempre he sido mucho más entretenido. Además don Miguel fue operado de fimosis cuando ya tenía bastantes hijos; y yo siempre he disfrutado de un p…, al aire, desde que era muy chico. No, no existe paralelismo”.
   Y vuelve a la tunda chiquilla, “a ver señor Alcalde, señor Barriga, ¿por qué no nos vamos a romper las farolas del pueblo de al lado?”, para terminar contando su más preciada historia amorosa de juventud: “Con esta nos marchamos Marina, que ya comienzo a desvariar”, y se lanza a encontrar en su memoria aquella mujer de fama casta y “honrada” de la provincia de Ávila que logra trocar y “apañar” a la desesperada en el confesionario de una iglesia de la vieja capital castellana. Se carcajea y rezuma en las palabras que tuvo que soltar para acallar tanto gozo y jadeo de la “virtuosa”, “calla mujer que vamos a ir a parar al infierno”.
Manuel Dicenta, Caballero Bonald (Premio Cervantes 2002),
Cela y Fernando Quiñones, a principios de los años 50, en una feria.
elcultural.es
   Cuando por fin se levanta de la mesa el ambiente se ha cargado de algo entrañable y amigo. Nos hemos contagiado del amor al vino, a las mujeres y a la saludable tertulia. Nos despedimos del gran pope. Buenas noches don Camilo. Mañana, quien sabe, ¿volverá con un “como decíamos ayer”?

Belmonte, 23 de agosto de 1986.


De lo publicado en el Semanario Gaceta Conquense
Año 3, núm. 111; del 30 de agosto al 5 de septiembre de 1986.

P.D.: Aquella velada nos delató un amor en ciernes, o una pasión, no sabemos, que corrió a partir de entonces como la pólvora y acabó en un matrimonio de papel couché. Lo cierto es que su "secretaria", Marina Castaño, pasó a ser la "dueña" del universo Cela, mientras vivo y "marquesa viuda" después, una vez muerto. El desenlace ha sido un despropósito y un mal manejo del legado del escritor que han acabado en los tribunales dando la razón al hijo Camilo José Cela Conde. Quien dijo en su día haber enseñado a decir "Te quiero" al escritor, ha protagonizado un final nada literario ni honesto con el legado que, entendemos, debe ser compartido con el patrimonio cultural. Amor y dinero siempre andan a la greña, algo que parece que Marina condujo, pues donde puso el ojo dio con la bala; hasta que le salió parte del tiro por la culata (lean si no http://elpais.com/elpais/2014/10/10/estilo/1412969940_443042.html). Del insigne escritor, jaleado, ensalzado, y vilipendiado por otros menos, quedan resquicios que traer a su biografía. El Cela censor para el régimen, el Cela escritor con sus devaneos con ciertos "negros", o peor, con ciertas acusaciones de plagio. Pero eso es otro capítulo que el tiempo irá madurando, o no, como el vino que salpicaba su lengua y desparramaba en soliloquios sobre la mesa.

jueves, 26 de junio de 2014

Desencuentros


Movimientos de la Iglesia: otra forma de llevar la cruz a cuestas 



     Una gran cruz blanca de poliuretano con la silueta de un Cristo en un collage de recortes de periódico (inmigrantes subidos en la valla de las concertinas, un obrero muerto en accidente, la cola del paro, un comedor social, enfermos en medio del pasillo de un hospital) es el sorprendente símbolo que se encontraron fieles, y turistas, en la plaza de los Santos Niños, a las puertas de la Magistral de Alcalá de Henares (Madrid), el sábado 21, primer día de la estación del verano.

  El simbolismo de esas imágenes, “Los crucificados de hoy", movilizó a casi dos centenares de católicos bajo el lema "Desde el evangelio, por la justicia y los derechos sociales". Impávido, con gesto a veces contrariado, escuchaba los mensajes de duras críticas al sistema capitalista, a los bancos, a una política que está al servicio de la economía, en suma, toda una apología de posicionamiento con el débil, el mismísimo obispo de la ciudad, Juan Antonio Reig Pla, conocido por los titulares que expande habitualmente con sus declaraciones, de tinte ultraconservador, sobre aspectos sociales y sexuales (aborto y homosexualidad principalmente).

   La iniciativa surgió del Movimiento Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), con la participación de Acción Católica General, y otras bases, asumida por el Secretariado para los Movimientos que había invitado a las parroquias a participar (quienes no se han hecho partícipes). A algunos puede sorprenderle, a estas alturas, la estampa que prodigaron estos creyentes, pero HOAC tiene en su bagaje, para quien lo desconozca, desde sus inicios con Guillermo Rovirosa y Tomás Malagón, casi setenta años de campañas continuas de denuncia sobre las condiciones laborales de los trabajadores (en contra de la última reforma laboral en lo inmediato, y campañas sobre accidentalidad laboral, condiciones de trabajo, e igualdad y dignidad en los salarios desde su inicio), y con todos los colectivos desfavorecidos (mujeres, niños, en años de posguerra y dictadura, pero amplía a inmigrantes actualmente…).
Tomás Malagón tras la mesa,
y Guillermo Rovirosa formaron un tándem
que dio solidez a un Movimiento que salió
de las sacristías a las fábricas y minas.

  Con cierto paralelismo sepamos que, mientras la jerarquía eclesiástica comulgaba con los dictados del poder civil sobre el mundo laboral, tras las huelgas en los pozos mineros de Asturias de 1957-58, apoyadas por HOAC y otros Movimientos especializados de AC -y que precipitaron un cambio radical en la política económica del gobierno franquista, con la aprobación del Plan de Estabilización (1959), salida de ministros "tecnócratas" del OPUS como Alberto Ullastres, Comercio, Mariano Navarro Rubio, Hacienda y Laureano López Rodó, subsecretario de Presidencia, y las consiguientes modificaciónes en la reglamentación de las relaciones laborales (1958)-, desde el Movimiento se denunció: "Los trabajadores, del mismo modo que fueron los más perjudicados por la inflación, comprueban con amargura que también pesan sobre ellos, de un modo particular, las medidas adoptadas para corregir los defectos de aquella política inflacionista, que estuvo a punto de conducir al colapso a la economía nacional. La clase obrera que, en muchas circunstancias, se encuentra sin una auténtica representación y sin medios idóneos para hacerse escuchar con el peso y la responsabilidad que les corresponde, ni fue consultada durante la etapa inflacionista anterior, ni tampoco lo ha sido a la hora de adoptarse las medidas del actual Plan de Estabilización. La falta de información desconcierta al trabajador, el cual no conoce las verdaderas causas y razones de los sacrificios que se les han impuesto, ni los motivos de la situación en que se halla". ¿Les suena?

   En aquellos disturbios, huelgas, con encierros en las Iglesias, que propiciaron la aceleración en la asociación de los trabajadores, participaron, en gran medida, los Movimientos especializados de la Iglesia, minando los cimientos de la Distadura. Se vió entonces, que en la Iglesia, como institución, y todo grupo social, el conservadurismo, la práctica de búsqueda del poder terrenal e inmediato, la supremacía de las jerarquías sobre las bases y la falta de comunicación entre ellas, se rompe en cuanto nuevos aires surgen desde la raíz y confluye con la cúpula. Entonces fue determinante también el respaldo al clero reivindicativo, que provenía en parte de estos Movimientos, desde el Concilio Vaticano II (se forzó una Asamblea Conjunta Obispos-presbíteros, en 1971, donde se debatieron importantes asuntos sociales y políticos), con la consiguiente crisis en la institución que trajo implicaciones importantes en el devenir de la Transición (el poder del púlpito no es desdeñable en la sociología de este país; la implicación de los obispos, con Vicente Enrique y Tarancón como más sobresaliente mediático del resto, fue, desde el otro eje, esencial).

   Ahora, la llegada del papa Francisco I quizá tenga mucho que ver con la nueva imagen y trayectoria que parece que se intenta imbuir desde Roma, y que corre como la pólvora en los cambios de las distintas Conferencias Episcopales del mundo católico.
   Así pues, si este Papa ha venido a entregar más pancartas y micrófonos a Movimientos como HOAC, y pongamos por caso, a otros como Juventud Obrera Católica (JOC), Movimientos Rurales, o en su momento Juventud Estudiante Católica (JEC), u otras siglas que también lucharon, y continúan, porque un mensaje huero y encriptado en procesiones y manifestaciones religiosas vanas se erradicara de las parroquias, y que la institución se alejara de un poder represivo en anteriores etapas y mercantilista en la que nos toca, es una cuestión a la que debemos estar atentos todos. El bagaje católico en la historia, y en la conciencia, de esta nación hasta estos días es indudable.
  En conclusión, la comunidad cristiana en su conjunto, los observadores de otros credos, y hasta los agnósticos, esperan que estos gestos no sean una impostura para ganar adeptos y se conviertan en las primeras líneas del libro blanco de los católicos para que rediseñen su "Hoja de Ruta" (en el próximo Sínodo extraordinario de octubre los obispos tienen la oportunidad de ahondar en temas tan candentes como los descritos, así como la homosexualidad, el divorcio, los anticonceptivos y la fecundidad in vitro, que también preocupan a las bases). Estar al lado de los más débiles, algo que ya hacen los Movimientos especializados, es quizá una opción determinante; la otra, la de continuar al lado de los poderosos, que se defienden extraordinariamente, puede recordarnos que vuelven a echarse a cuestas la vieja cruz.
Dibujo que simboliza, sin
palabras, la lucha por la
Justicia y la Solidaridad.
Blog de "Acebedo".