viernes, 29 de agosto de 2014

Callejeando

Si El Greco retratara a Celestina

   Calles desiertas. Las casas parecen vacías, abandonadas aprisa, quizá por algún imprevisto. No hay sombras tras las cortinas de los ventanales. El silencio se pega a las esquinas. En la plaza las últimas banderolas de las pasadas fiestas caen verticales desde las balconadas de madera sobre los cantos rodados. En una pared blanca, como tantas a cal del pueblo viejo, cuelga un cartel con la programación del Festival Celestina (La Puebla de Montalbán, Toledo). 
  Si miramos el reloj deducimos que todas las gentes están bajo el subsuelo, en cualquiera de las tantas cuevas que nervian las entrañas de esta villa. El cielo agostero se torna de un rojizo que aquel loco, apodado El Greco, hizo universal en los cielos de la ciudad imperial. Ahora, en un totum revolutum, hombres y mujeres gestualizarán las pinceladas, arbitrarán sufrimiento y amores, gritarán desde las entrañas de esa tierra arcillosa con paredes trabadas de ladrillo cocido hace siglos, se amortajarán, y vibrarán con los postreros aplausos, estos actores, profesionales y amateurs “Pueblanos”, que lo recuperan en una advocación a su ingenio en "El Greco, la luz extraviada”. 
   Todo este universo de músicas y representaciones que conforman esta semana profundamente cultural tiene un alma mater, María Elena Diardes y su grupo La Recua, con la complicidad de sus magos actores reencarnados en personajes de la Historia, que sobrepasan su propia historia. Una idea humana y más cercana, rica en simbolismos alejada de la algarabía institucional que viene montándose todo el año con motivo del cuarto centenario de la muerte del pintor (escondido en el largo túnel de olvido precisamente por los estamentos eclesiásticos y del poder que ahora le encumbran). Así que, en una voltereta de ficción, me imagino que en uno esos túneles que sustentan las casas de La Puebla, el pintor y la alcahueta se arrecian un buen cazo de vino y se burlan de la hipocresía de quienes les persiguieron o marginaron y ahora vienen a bañarse en multitudes, desparramando migajas de una cultura que castraron siglo tras siglo.
   El Festival arranca en 1999 coincidiendo con el quinto centenario de la primera edición de La comedia de Calixto y Melibea (Burgos, 1499) que, de no haberse escrito El Quijote, sería nuestra obra cumbre. Del libro destaca la recreación demoledora de las fórmulas literarias de finales del siglo XV, y de la visión satírica del panorama social, en un tono de parodia de la literatura cortesana; denuncia las costumbres y corrupción al uso en aquellos momentos (qué poco hemos cambiado), con telón de fondo en los grandes temas medievales: el amor, la fortuna y la muerte, con independencia del rango social de cada personaje. 
Melibea no puede resistirse
a los poderes de Celestina.
mitierra.radiopuebla.com

   Del autor, Fernando de Rojas, descendiente de judíos conversos, se deduce que a su paso por la Universidad de Salamanca se empapó del espíritu reformista. Tras la primera entrega más tarde le añadirían, por el mismo autor u otro, según versiones, definitivamente seis actos más llegando a los veintiún actuales que conocemos como Tragicomedia de Calixto y Melibea o, por el universo, La Celestina). Murió en 1541, casualidad que es el año en que nace Doménikos Theotokópoulos que, a buen seguro, tuviera en algún descuido en sus manos La Celestina y descubriera la exaltación de la sensualidad, la exploración por las pasiones humanas que se alejan de supuestos ejemplos medievales sobre el premio y el castigo trascendental, la lujuria, la espiritualidad, la razón y la avaricia que despuntan a cada instante en los actos, y las transformaciones previsibles y tan sensibles como a nuestra propia existencia de hoy en día. 
   El personaje de la alcahueta es un reflejo de la ambivalencia, el doblez, la luz y la ceguera del ser humano a la que tuvo que enfrentarse el pintor y es parejo en su obra por la técnica y novedad de mensaje con claridad que aportó a sus cuadros, salvando corrientes más conservadoras. De hecho se le tachó de loco, extravagante, y hasta pésimo pintor (la Iglesia no pagó lo pactado con el artista por El Expolio que hoy resalta en la catedral toledana, y hasta Felipe II no quiso reconocer al autor de El martirio de San Sebastián o El martirio de San Mauricio, extraordinarios cuadros donde no aparece sangre, ni martirios, ni Dios severo y castigador). 
Retrato imaginario de Felipe II.
Antonio Saura. 1972.
Cuenca, Museo Arte Abstracto.

   Hasta que artistas ligados al impresionismo y otras vanguardias artísticas de finales del XIX y principios del XX, vean en él un innovador aventajado: pinceladas con colores cálidos y fríos en planos que hasta entonces no se habían atrevido a lanzar otros pintores; alarga figuras y crea escenas que yo me atrevo a creer que fueron señuelo, consciente o inconsciente para el propio Goya, Picasso, Cezanne y tantos otros que disfrutamos en El Prado, El Greco y la pintura moderna, de la que no quiero desvelar ninguna de las inmensas sorpresas que depara cada evolución de los cuadros del genial pintor greco-toledano en tantos innovadores del arte hasta nuestros días.


El Greco, Adoración del nombre de Jesús (Alegoría de la Liga Santa, 1580).
Max Beckmann, Estudio para Resurrección I, (1907).

   Mas volviendo a La Puebla, ¡vendería mi alma al Diablo Cojuelo para escuchar en el infierno a Celestina y Doménikos en su diatriba sobre conjuros y brebajes de la primera para rendir amores, y al pintor arrogante explicar los símbolos y significados de su pensamiento en tanta miniatura camuflada en sus lienzos con cerdos, murciélagos, serpientes, calamares -signo tradicionalmente ornamental en Creta-, para evitar y driblar el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición!
   Celestina se descoyuntaría con su risa desdentada si se enterase, por boca del pintor, que algún ignorante borró su autorretrato miniaturizado pensando que se le estaba quedando negra una uña al todo señor del retrato El caballero de la mano en el pecho. Y yo, qué quieren que les diga.
   Por cierto, disculpen que bajo a la cueva, se ha hecho silencio y creo que va a empezar la función.

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