miércoles, 27 de enero de 2016

Entre Cervantes

Octavio Paz y Juan Goytisolo
"heridos" por la censura, Elena Garro por el olvido


Octavio Paz y su esposa Elena Garro
 en la Barcelona de 1937.
2neweb.com
¡No pasarán!
No pasarán. 
Amigos, camaradas, 
que no roce la muerte otros labios, 
que otros árboles dulces no se sequen, 
que otros tiernos latidos no se apaguen, 
que no pasen, hermanos.


   Es 1937 y la Segunda República española acoge a intelectuales de todo el mundo preocupados por el avance de los fascismos y la incruenta guerra civil que asola el país. El joven mexicano Octavio Paz (México, 1914-1998), hijo de madre española, Pepita, como afectuosamente la llamaba, lanza como balas esos versos atronadores contra la insurrección militar que desembocó en la dictadura del general Francisco Franco hasta 1975. Durante esos largos años, Paz y tantísimos otros poetas, escritores e intelectuales, sufren la censura, la desaparición física de versos, palabras o historias, a veces la propia vida, descomponiéndose muchos en sombras irreconocibles a estas alturas. La cobardía a la libertad de expresión del propio dictador le convirtió en su propio inquisidor (se "autocensurará" en la adaptación cinematográfica de su novela Raza (1941), escrita bajo el seudónimo de Jaime de Andrade y estrenada en 1942; en 1950 eliminará escenas con alusiones a Estados Unidos, en el contexto de la Guerra de Cuba, y destruirá copias originales. Ahora se necesitaba al "amigo" del otro lado del Atlántico como aliadoTVE la emitía hace unas fechas casi coincidiendo con el decimocuarto aniversario de la muerte de un premio Cervantes menos conocido como censor, Camilo José Cela, 17-1-2002). 
   Otros "extirpadores" de la libertad de expresión fueron caterva de seudoliteratos que, a veces, como lo demuestran sus comentarios, no comprendieron el verdadero contenido ni la calidad de las obras que pasaron por sus manos. Sus borrones, las infravaloraciones en las anotaciones a los textos son irreverentes y soeces en muchos casos, como ellos mismos apuntan. 
   Las pruebas del paseo por la guillotina de los versos y ensayos de aquel Paz universal, se encuentran en el Archivo General de la Administración (AGA) de Alcalá de Henares. Hace unos meses sus técnicos publicaron los expedientes de la censura ejercida en catorce de sus obras desde la extinta dirección general de Propaganda, después de Cultura Popular; documentos con preguntas del tipo: “¿Ataca al Dogma?”, “¿A la Iglesia o a sus Ministros?”, “¿A la moral?”, “¿Al Régimen y a sus instituciones?”, “¿A las personas que colaboran o han colaborado con el Régimen?”, acompañadas de las páginas donde hubiere “ataques políticos o desviaciones morales”.
   Un ejemplo de tantos es el permiso que la editorial Edhasa pide para publicar De Libertad bajo palabra (1950). Su censor vio ofensa en los versos: “Invento la quemadura y el aullido, la masturbación en las letrinas”. Otro, en este caso pasó por varios, informa que algunos versos son: “oscuros y estúpidos con algunas expresiones equívocas”. Aun así se autoriza la importación de esa edición “por el escaso número de lectores que leerán estos engendros”. Cuando Carlos Barral, en 1966, prepara la edición de La Centena, que incluiría una antología de cien poemas, en el informe figura: "...suprimir pasajes de las páginas 2, 58, 63 por su “expresión soez”; 16 por “irreverentes”; 46-57 por “tendenciosos”, 75 por “obsceno y atroz” y 95 por “tendencioso pro marxista”. No se salvaron de la quema “chillen putas” del poema "Las palabras", ni la estrofa “Madrid, 1937” referido a los bombardeos sobre la capital, el año que dio el discurso Paz como invitado a la Junta Delegada de Defensa.
Paz en Formentor, 1987.
   Cincuenta años después, en 1987, Paz, ya Premio Cervantes (1981), y otro que el año pasado lo fue, Juan Goytisolo, coinciden en los actos en recuerdo al Congreso de Intelectuales Antifascistas: "Allí releí, recuerda Goytisolo, el poema que dedicó a los combatientes republicanos, dotado de esa belleza indemne de la poesía comprometida ante todo consigo misma y no al servicio de causa alguna, por noble que fuera. ("Estampas de Paz" de Juan Goytisolo, mayo de 2014, en www.letraslibres.com).
Goytisolo, con Cela cerca, en  los
Encuentros de Formentor.
Año 1959.
   Habían coincidido mucho antes en los Encuentros Literarios de Formentor (Palma de Mallorca): "En el erial franquista su obra no se difundía en razón de su peligrosidad. Recuerdo que alguien de mi entorno me había prevenido contra ella: era de un agente trotskista, me dijo. Ello no me disuadió de leerla y a comienzos de los sesenta, instalado ya en Francia, di con El laberinto de la soledad y un volumen de su poesía reunida hasta la fecha. Su lectura me conmocionó: era la de un autor que necesitaba desesperadamente un país enclaustrado como el nuestro. 
Homenaje en México a Octavio Paz
en el centenario de su nacimiento (2014).
   Me carteé con él y nos encontramos de nuevo en París en un hotel cercano a la Ópera. Hablamos un buen rato de política y literatura y allí se selló nuestra amistad, para mí imprescindible. [...] Volví a verle en París tras su renuncia a la embajada de México en India a raíz de la revuelta estudiantil y la matanza de Tlatelolco. Paz encarnaba ya a mis ojos ese maestro capaz de introducir el pensamiento crítico en el ámbito de la poesía y la imaginación en el del pensamiento crítico".
   La censura también se había cebado con Goytisolo. En 1952 el expediente de censura de El mundo de los espejos recoge que es denegada su edición. Había sido "Premio Joven de Literatura", pero el propio autor llega a reconocer que en esta ocasión el destino acertó a que no llegara a las librerías por lo "inmadura" según sus críticos. Lo mismo ocurriría con La Isla, denegada su publicación en 1966. Hasta llegar a la denuncia y el secuestro, en 1975 de Juan sin tierra
   En un artículo escrito en el diario El País, "Del oportunismo como una de las bellas artes" (14-2-2015), habla del compadreo con el régimen de algunos seudoliteratos: "Poetas que en la mayoría de los casos eran versificadores; críticos especializados en la adulación y carentes de escrúpulos; filósofos como Adolfo Muñoz Alonso, que, con motivo de mi querella contra el Ministerio de Información por injurias, me recibió en su despacho con un inesperado: “Esta noche he rezado mucho por usted”, que me dejó literalmente sin habla... Personajes y más personajes de “prosa apelmazada y pensamiento grumoso” siempre atentos a la dirección hacia la que soplaba el viento y dispuestos a cumplir puntualmente con lo que el franquismo exigía de ellos [...] El “rebaño intelectual” cambiaba de comedero a tenor de la evolución de los años sesenta y setenta, pero siguió siendo el mismo. La Transición política no se acompañó sino de forma cosmética con una transición cultural: los tabúes del canon nacional católico sobrevivieron al fin de la censura y la fecunda labor del exilio siguió en los márgenes del cauce oficial ahora consensuado. Quienes volvieron a España e intentaron aclimatarse en el erial descubrieron con melancolía que habían sido olvidados".
   El olvido ha hecho mucho daño. Muy pocos recuerdan que en el Congreso antifascista de 1937 estuvo también Nicolás Guillén (Camangüey 1902, La Habana 1989). Conocido por las versiones musicales de "La muralla", candidato al Nobel en 1985, su "Canción de vísperas" de La paloma de vuelo popular (1958) es prohibida para su difusión en 1969 cuando intenta grabarla el cantautor Adolfo Celdrán. Hasta 1977 no sale Denegado, con canciones-poemas total o parcialmente prohibidas hasta entonces del poeta.
García Márquez.
Cien años de soledad por montera.
www.ivanriosgascon.wordpress.com
   En aquel 1969 también pasó censura Cien años de Soledad de Gabriel García Márquez (Colombia 6-3-1927, México 17-4-2014) Nobel de literatura en 1982. El expediente 1184-69 del AGA recoge: […] el autor trata de proporcionar una idea lo más exacta posible de la baja y media sociedad hispanoamericana, concretamente de la sociedad colombiana, con sus infidelidades matrimoniales, sus rencores familiares, sus trapicheos, sus aspiraciones, sus pequeños y ruinosos negocios, su elevada natalidad y mortandad infantil, su hacinamiento doméstico, etc, etc. / Políticamente, la obra no presenta problema ninguno. Ideológicamente, tampoco, porque no defiende tesis sino que describe situaciones. Moralmente, presenta un ambiente en el que predomina la inmoralidad como cosa de todos los días y sin ulteriores preocupaciones éticas, aunque no falten personajes que se planteen problemas de conciencia. Sin embargo, no se incurre en descripciones escabrosas ni inmorales: simplemente se describen situaciones inconvenientes sin aprobarlas ni condenarlas pero produciendo una impresión desfavorable hacia tales situaciones. La obra es AUTORIZABLE. Como novela, muy buena". Menos mal. García Márquez rechazaría su nominación al premio Cervantes en 1994 y 1997.
   Al final, triste y rabiosamente, "pasaron". A pesar de los versos de Octavio Paz. Pasaron los intolerantes, los rencorosos, los impostores.  Y ahora está costando en desmesura desempolvar las hojas perdidas a nuestra memoria, los tantos sueños y vidas rotas que amortajaron con el olvido un país, una historia, una esperanza en la utopía, descuartizada, hecha jirones. Y en esa Memoria falta la mujer a la que coge su brazo Octavio Paz al inicio de este texto, Elena Garro. Nacida en México en 1916 murió en Cuernavaca en 1998. Periodista, escritora y guionista, inscrita en el "Realismo Mágico", fue etiquetada de "anarquista burguesa" con admiración por Ramón Pérez Álvarez, y fue su hija Helena Paz Garro (1939-2014) la que desvela los menosprecios intelectuales y personales de Octavio a la que fue su exmujer después de un divorcio exprés al que ella no pudo asistir en 1959. Elena Garro escribió Memorias de España 1937. Había asistido al Congreso de escritores antifascistas en julio en Valencia. Allí conoció al poeta Miguel Hernández del que no olvidaría jamás "el corte de pelo de sus cabellos castaños cortado a cepillo con un pequeño copete en la frente, como peinaban a los niños, ni la voz de bajo profundo". Y por supuesto de su mujer, Josefina "que Miguel me mostro con orgullo. Estaba recién casado y se ponía muy serio al hablar de Josefina". Contaba también de las marcas que la guerra iba dejando en el rostro del poeta con el paso de la guerra. O cuando lo invitaron al Folies Bergêre en París, y Miguel le cubría los ojos a ella pues "estas cosas no las debe ver esta chica", en serio. Elena Garro escribió obras como la comentada o La culpa es de los tlaxcaltecas y Los recuerdos del porvenir, entre otras. Cuando escribió "Quisiera no tener memoria o convertirme en el piadoso polvo para escapar a la condena de mirarme", quizás no intuía que la Historia la arrinconaría frente a los astros con los que convivió. O al menos para la mayoría.
   Al final, ¡qué vida la que vivimos!, que vivieron los que nos precedieron, con sus luces y sombras, con sus ecos y fragores, que tienen las letras sobre los fantasmas, los dictadores, la mentira, el miedo como único testigo; en los versos de Jorge Guillén.


"Canción de vísperas"

Que vida la que vivimos
en estos años de muerte
que vida la que morimos
ay, ay, ay.

El ojo del policía, abierto
de noche y día
La espada del matador
de flor en flor.

Sobre la pista
el enano equilibrista.
La sangre pulverizada
flota en el viento
como tierra colorada.

El viento, largo lamento
sobre la llanura helada.
Luego, puede ser que nada
uno puede ser o ciento
Alta la noche y cerrada
pero huele a lluvia el viento.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Callejeando

El hombre de la arena, la poupée y "Eufònic". 
Arte atrevido en tierras del Ebro


El hombre de arenaFederico del Barrio.
Edicions Ponent (2010).
   "Seguro que estaréis inquieto porque no escribo desde hace mucho, mucho tiempo. [...] Pero, ¡cómo escribiros en el estado en que me hallo!... ¡Me ha sucedido algo espantoso! (Inicio de la carta de Nathnael a Notalio, El hombre de arena (1817), de E.T.A. Hoffman). El protagonista narra más adelante: "Mis ojos se encuentran con los suyos, y observo, poseído de asombro, a la vez que de temor,que sus pupilas carecen de mirada, mejor dicho, que aquella mujer duerme con los ojos abiertos." Es Olimpia, un autómata inanimado y maldito que lo lleva a la locura. 
La Muñeca (1933).Hans Bellmer.  
Simulacro de mujer, 140 cm, 
de papel pintado y pegamento.
  Hans Bellmer (Katowice, 1902-París 1975), impactado tras una representación del cuento, esculpe en escayola, un cuerpo femenino descoyuntado, de tamaño real, visitando conceptualmente el masoquismo, el sadismo y el fetichismo. 
La poupée
Otra versión de Hans Bellmer.
   La Die Puppe (La Muñeca) fue etiquetada y censurada por los nazis, llamándole "arte degenerado". Bellmer pretendió criticar la obsesión de aquellos por el cuerpo perfecto e inútil. Para los surrealistas fue musa; ruptura con lo anterior; psicoanálisis puro por los sentimientos contradictorios sobre erotismo, sensualidad y muerte.
Apuntes de Mech
sobre el texto de Hoffman.
   Cuentos, historias, belleza, muerte, política o belleza empapan la creación de los artistas. Eso ocurrió con El hombre de la arena, Jan Mech (Alemania, 1974) sucumbió a esa historia y generó su instalación sonora Trenes y Pájaros, Pájaros y trenes, para el primer viaje por el Festival Eufonic, Arts sonores i visuals a les terres de l'Ebre (3-6 septiembre)
Trenes y pájaros, pájaros y trenes.
Jan Mech.
   Silencios rotos intermitentemente con el cri-cri de los grillos, mientras los raíles del tren peinan en trenza al molino de aceite recién restaurado en Ulldecona (Tarragona). Dentro, los azulejos rojos y blancos suelan pasillos angostos donde antaño hubo un trajín de prensas y canales por donde fluía el oro verde.    
   En lo alto del silo, ahora diáfano bajo los triángulos de hierro de su vigaje, parecen haber anidado cientos de pájaros hasta que, de repente, los latidos de tren sobre los raíles resuenan como el trajín de rápidos convoyes reales que hacen silbar las ramas y hojas de las palmeras. Los altavoces, diseminados por la sala, superponen pájaros y trenes, percusión y violines, llegando a crear una distorsión sensitiva que dificulta discernir la realidad de la creación, la paz con la angustia.
Valley Of Uncanny 01. Vibeke Bertelsen.
Banda sonora: Zack Chist
   Unos kilómetros más arriba, hacia el Ebro, en Amposta, antes de cruzar la puerta del Centre d’Art Lo Pati, un mimbre de mujer habla sola, casi con mimo, a una sombra y en su falda salta un niño. “Es el manicomio”, apunta Oriol. Enfrente la sala con instalaciones que reproducen los viejos almacenes de pólvora con la que se deshacían nubes de tormenta sobre los campos. 
point.line.plane: 3 Studes after Kandinsky.
Composición y música: Dennis H. Miller.
   Montajes audiovisuales inquietan con el ritmo, apuntan otros mundos no imaginados y conceptos de ficción de las ideas surgidas en pleno Delta. Rayos de una tarde de primavera, punto, línea, plano y dimensión alterada… “En San Jaume los acogemos durante unas semanas en la Residencia. De allí surgen estas creaciones. Son elegidos de todo el mundo”. 
   Al continuar la ruta del Festival, ascendemos el Ebro por su diestra, hasta el castillo de Miravet. En el pórtico de la Iglesia diáfana, al lado del refectorio, la cortina vuela como la capa-hábito de un monje-soldado del Temple. Sonidos acarrean el ritmo espasmódico de luces que cruzan el arco del altar desnudo. 
La Llum de Miravet. Playmodes.
   La música se mece, a ratos, en el lecho del Ebro rezongándose en el meandro bajo la muralla, se tiende como un perro fiel al dueño de la espada. A un tiempo juega con colores y formas que silban entre piedra gris, figueras milenarias y olivos rugosos y señores.
   Hasta que, como el río, desembocamos en la linde de San Carlos de la Rápita. El ojo de la Foradada del Montsià nos ve arribar al Museo del Mar. 
Últim esforç rural II. Bosch & Simons
  Toneles con cañas producen una percusión de zambomba gigante, arrítmica pero continua y variable: viento, golpe y silencio de los arrozales. 
  En el piso superior, las barcas crujen al oleaje de la mar tigre. Las caracolas se montan a las redes y repiten al eco de tanta percusión inhóspita, trágica, merodeante, loca. 
   Desde hace unos días, como en aquellos entornos, saltan sonidos en parques, mercados, otras iglesias y La Pensió. Tras la algaravía de tanta sorpresa visual y sonora, sentimos que es hora de cerrar los ojos para digerir lo quizás onírico, o también abrirlos en par, y estar atentos a la Vanguardia que representan estas instalaciones y composiciones musicales, bajo el prisma de la experimentación. Quizás descubramos que nos traen fogonazos de lo que está aún por venir; sin duda con que generen sentimientos universales, al tiempo únicos, o extraños, al espectador. Una puerta abierta a lo desconocido para muchos que merece la pena cruzar y encontrarse en tierra con ese lunático umbral.
   Adéu.

Eufònic:http://www.eufonic.net/blog/

martes, 23 de diciembre de 2014

Entre Cervantes


Juan Goytisolo y la puta Celestina 
no dejan "obispo con mitra 
ni títere con cabeza"

Teo Puebla interpreta La Celestina 
(Acto 9). Del V Centenario de
la primera edición de Burgos (1999).
Museo La Celestina,
La Puebla de Montalbán (Toledo).
   "El mal y el bien, la prosperidad y la adversidad, la gloria y pena, todo pierde con el tiempo la fuerza de su acelerado principio."
                                                                               La Celestina III, 1.

   Son dos clásicos, a su modo, de la mente libre y desinhibida en una España encorsetada y postrada durante siglos; si el uno ilustrado, la otra pedigüeña y hábil en sus engaños.
   A Juan Goytisolo (Barcelona, 1931) la "gloria" ha llamado a su puerta, por fin, con el Premio Cervantes 2014, después que despotricara contra este premio hace unos años. Este hilador entre la vieja Europa y el mundo islámico venía a decir en su descarnado Vamos a menos (El País, 10-1-2001): "La decisión del jurado del Premio Cervantes el pasado mes de diciembre (el laureado fue Francisco Umbral) prueba de modo concluyente (por si hubiera aún necesidad de ello) la putrefacción de la vida literaria española, el triunfo del amiguismo pringoso y tribal, la existencia de fratrías, compinches y alhóndigas, la apoteosis grotesca del esperpento. Sí, Spain is different, y lo es sin remedio. [...]Si a ello añadimos el hecho de que la educación se ha convertido en una nueva forma de calamidad pública... [...] ¡Poetas, narradores, dramaturgos, al acecho de planetario premio, de alcaponesca beca!: trenzándose, entretanto, unos a otros, floridas guirnaldas, prodigándose henchidos elogios, redactando sonoros panegíricos: fuera de tono, inauténticos siempre excepto cuando airada, recíprocamente se combaten", etcétera. Cualquier parecido con el Parnaso de hoy sería desde luego simple coincidencia. En este campo, si tenemos en cuenta los estragos de la seudocultura mediática y la ignorancia general de nuestro pasado, incluso el más próximo, no cabe sino concluir que vamos a menos". (Camilo José Cela se explayaría con un "El Cervantes es un premio cubierto de mierda". El galardonado, Adolfo Bioy Casares, con elegancia y humor rioplatense contestó indirectamente: "Se lo agradezco por la parte que me toca". En 1995 lo recogió Don Camilo sin pudor, ni mancha, alguno.)   
Juan Goytisolo.
www.vilanova.cat
   Muy lejos de Cela, en biografía y literariamente, Goytisolo persigue el discurrir de la actualidad. En "El sueño de una Gran Andorra" (El País, 23-9-2014) afirma: "Para quienes gritan escandalizados "Madrid nos roba" habrá sido una dolorosa sorpresa el descubrir a los saqueadores en su propia casa. La prodigiosa saga de la familia Pujol —del expresident, su inefable esposa y toda la prole— ha expuesto a la luz la cruda verdad de la apropiación a mansalva del dinero público por unos próceres que, tras la pantalla de sus supuestos valores éticos y esencias patrias, conciben sus funciones como un coto o botín de su exclusiva propiedad. [...] La apuesta independentista de Convergència no se ajusta siquiera a la derrotada de Escocia. El programa de ésta contenía un capítulo social contrapuesto al del conservadurismo inglés y los recortes sociales que arrojaron a la calle a docenas de millares de obreros de Glasgow. En el caso español, los programas de Mas y Rajoy son idénticos. Resulta comprensible que, si Cataluña fuera Dinamarca o Suecia y España lo que es, tuvieran deseos de independizarse y entrar en la pequeña lista de países que justamente reivindican su transparencia y honradez, pero, desvanecida la gran fiesta de las emociones identitarias, el panorama que se divisa en Cataluña no tiene nada de reconfortante. El salto al vacío del secesionismo —la probabilidad de quedar fuera de la Unión Europea y del euro— pone en entredicho el sueño de los políticos nacionalistas del entorno del president: convertir a Cataluña en una Gran Andorra en donde circularían libremente capitales y bienes, los magnates del casino global invertirían sus millonarias cuentas y los recién estrenados ciudadanos, investidos de su flamante identidad, serían felices y comerían perdices. Digámoslo bien claro: los nacionalismos exclusivos manipulan los sentimientos en detrimento de la razón y se encierran en el falso dilema entre lo bueno nuestro y lo malo ajeno...". 
   Tras recibir la notificación del "Cervantes" por el ministro de Educación y Cultura, José Ignacio Wert, confiesa a la web Espía en el CongresoPor fin la sociedad civil española ha reaccionado. Y debéis decirlo a todo el que os pregunte: apoyo a Podemos [...], estoy harto de la corrupción [...] el aparato (teléfono) no me para de sonar, ayer tuve que descolgarlo porque no quiero hablar con ningún periodista ni hacer ninguna entrevista con las habituales preguntas estúpidas” (a la vista de estos antecedentes los actos y ceremonia del Premio pueden ser una buena antesala de traca que despierte cerebros adormecidos ante el año electoral que se nos viene encima). Alguien dijo que Goytisolo "es un sí y a veces un no al mismo tiempo, una forma de ser, ambigua pero total". De su juventud comunista, viajero incansable entre Marruecos, Francia y España, casi un apátrida, restan como diamantes sus confesiones, sobre su vida personal o sobre sus creencias
   Su hermano Luis no se deshace en elogios y considera que ambos son "dos escritores muy distintos [...] Juan, en cierto modo, es más mediático, y lo que sucede también es que su obra está más dentro de la tradición española, tanto sus ensayos como sus novelas. España está siempre muy presente en sus obras, aunque con ojos críticos y, con frecuencia, certeros". El jurado necesitó dos horas y siete votaciones para decidir el premio, destacando "su voluntad de integrar las dos orillas y su apuesta permanente por el diálogo intercultural"; menos mal que luego resalta s"capacidad indagatoria en el lenguaje, sus propuestas estilísticas complejas desarrolladas en diversos géneros literarios". Su antecesora, la mexicana Elena Poniatowska, lo compara, entre bromas, con la duquesa de Alba: "Es a veces tan auténtico como la duquesa de Alba", recordando una visita con el escritor a unas pirámides en México donde éste le confesó: "Es más difícil subir a las pirámides que una noche de amor"José Manuel Caballero Bonald, galardonado hace dos años, lo define como "una de las cumbres literarias españolas desde la posguerra".
   Su obra literaria arranca en 1954 con Juegos de manos, que lo sitúa dentro del realismo crítico de posguerra, a la que seguirían La isla y la trilogía formada por Señas de identidad (1966), Reivindicación del conde don Julián y Juan sin tierra, donde construiría una de las más ácidas visiones de la España franquista, con una arriesgada creación heterodoxa. Aún cree que sigue pendiente la transición cultural: “Sigue vigente el canon nacional-católico. Yo tengo fama de heterodoxo y nunca he buscado la heterodoxia sino ampliar la base del canon, es decir, incorporar lo que había sido dejado de lado, ampliar el ámbito reductivo del nacionalcatolicismo, la fidelidad a un relato histórico que no se corresponde con la realidad. Hay tres temas tabú en la cultura española. Uno es el carácter mudéjar de la literatura española -castellana y catalana- en sus tres primeros siglos. Se escribe en lengua romance pero inspirándose en modelos literarios árabes. El segundo, la importancia del problema de la limpieza de sangre: toda la literatura está embebida de la violencia entre cristianos viejos y cristianos nuevos y esto se traduce en nuevas formas literarias en el siglo XV y el XVI. Tercero, el extrañamiento del tema erótico. Tanto Menéndez Pidal como Unamuno hablan de la cultura española como una cultura casta en contraposición al libertinaje de la cultura francesa. Cuando uno conoce el Cancionero de burlas, La lozana andaluza o La Celestina se encuentra con un rotundo desmentido a esta afirmación” (cultura.elpais.com, 24-11-2014).
Goytisolo, siempre "abriendo" puertas.
De www.ousferrats.com
   De su exilio en Marraquech surge la novela Makbara (1980). Viajero incansable de las guerras de Bosnia y Chechenia entre 1993 y 1996 surgen Pájaro que ensucia su propio nido y Contra las sagradas formas. Se ha solidarizado con la lucha por la libertad en Cuba (en el 2010, junto a Antonio Muñoz Molina, y el polaco Adam Michnik, manifestó su apoyo a la liberación de los periodistas cubanos encarcelados a raíz de la célebre Primavera Negra de 2003, y pronto escuchamos su opinión sobre el levantamiento, esta semana, del bloqueo estadounidense a la isla, isla donde su imaginaria mulata cubana de Juan sin tierra es una ecolalia de Celestina: "..., la gorda, sólo aspira a dar placer y recibirlo pues la vida es sabrosa y debe apurarse sin remilgos ni teorías, con la conciencia tosca pero clara de que no hay otra realidad fuera de la que uno ve, gusta y toca..."). 
   De la "Madre España" sostiene que la transición política se hizo “todo lo bien que se pudo”, y su voraz crítica la vierte intermitentemente en artículos y ensayos. Ahora se refugia, se encierra sobre todo, en la poesía: Ardores, cenizas, desmemoria (2012). Hay quien ha definido su creación como un gran "collage", donde conviven versos del Arcipreste de Hita, con anuncios de televisión, para luego hablar de misticismo y sexo, inmigración, o el hito de la izquierda tras la caída del Muro de Berlín, sin perder de vista el carácter poliédrico del mundo árabe. 
   Juan Goytisolo acudió a La Puebla de Montalbán (Toledo) para el V Centenario (1999) de la publicación de los dieciséis primeros actos, primero Comedia y posterior Tragicomedia de Calisto y Melibea (allí con una ajustada timidez, pudimos apreciar la genialidad en su discurso, la exactitud en la idea y magistral en el prólogo a la edición para la conmemoración. A su lado el también luego "Cervantes" José Hierro, deleitaba a sus lectores con ágiles trazos de dibujos en sus dedicatorias). Mientras Hierro terciaba en sus versos de "Vida", (Cuaderno de Nueva York, Hiperión, Madrid, 1999):
 [Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.
Grito “¡Todo!”, y el eco dice “¡Nada!”.
Grito “¡Nada!”, y el eco dice “¡Todo!”.

Ahora sé que la nada lo era todo,
y todo era ceniza de la nada.
No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada.)
Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.]

   Goytisolo encendía las ascuas de Celestina igualando en la vida putas y damas: "Las únicas leyes que rigen el universo de ruido y de furia de La Celestina son las de la soberanía del goce sexual y el poder del dinero. [...] Las cínicas observaciones de Celestina sobre el hecho de que "ninguna diferencia havría entre las públicas, que aman, a las escondidas doncellas, si todas dijesen "sí" a la entrada de su primer requerimiento" (VI), dado que "coxquillocicas, son todas, mas después que una vez consienten la silla en el envés del lomo nunca querrán folgar (III)..., se ajustan a la fatalidad de unas pasiones que enhebran el hilo argumental de la Tragicomedia"
   Pasiones y lujuria que entran en los mismísimos templos de la mano de Celestina y que llaman la atención del estudioso: "Que hombre había que estando diziendo missa, en viéndome entrar, se turbaban, que no fazian ni decían cosa a derechas. Unos me llamaban señora, otros tía, otros enamorada, otros vieja honrada. Allí se concertaban sus venidas a mi casa, allí las ydas a la suya, allí se me ofrecían dineros, allí promesas, allí otras dádivas, besando al cabo de mi manto, y aun algunos en la cara, por me tener más contenta (IX, 3)".
 El crítico Goytisolo afirma que "es la obra más virulenta y audaz de nuestra literatura, pero cuyo afán devastador de no dejar obispo con mitra ni títere con cabeza, se compensa con un lenguaje inédito, desinhibido y suelto de un yo individualizado y moderno, liberado de la camisa de fuerza de las convenciones, arquetipos y moldes que anteriormente lo ataban y reducían"Quien lo fue a decir ya dejó en las últimas páginas de Juan sin tierra una confesión de un penitente, ¿onírica?: "... algo más majo?/ bueno dices tú: también falté al sexto/ al sexto?/ una vez o varias veces?/ infinitas veces!/ con acciones o de pensamiento?/ con acciones y de pensamiento!/ solo o acompañado?/ solo y acompañado!/ con hombre y mujeres?/ con hombres y mujeres!/ con niños?, murmura él/con niños! con niñas! con ancianas! con ancianos!/ no es posible gime él/ sí, sí, gritas tú: con todo quisque!/ Dios mío!/ con perros! con cabras! con cisnes! con dromedarios!/cunnilingus? cunnilingus!..."
La Celestina, primer acto.
Teo Puebla.
   Amén de la complicidad con el sexo de Celestina, Juan quizás ya participaba de su precognición: que estamos en algo parecido al epicentro de un terremoto cuando predecía en aquel prólogo "el continuo e imparable declive de los valores humanistas, solidarios y democráticos en una Aldea, Tienda o Casino Global regidos por poderes incontrolables y cuya única ley es también la inmediatez del provecho"Teo Puebla, natural de la misma plaza, pintó las imágenes que luego acompañan al inigualable texto y que son prodigio de luz y simbolismo (rojo tragedia y también infierno, donde coincidirán putas y escritores sin mordazas. ¿Acaso no se reunirán allí los espíritus de Juan y Celestina?).
      Si subimos por último al carro de este acto al paridor de la obra inmortal, Fernando de Rojas, que al final de la misma escribía: "Por ende, si vieres turvada mi mano,/ turvias con claras mezclando razones,/ dexa las burlas, ques paja y grançones,/ sacando muy limpio dentrellas el grano", bien podemos aseverar que al flamante "Cervantes" no le ha temblado el pulso para separar la paja del trigo. Seguro que a este Juan cervantino, la mente, la pluma y el pulso no lo pervertirán, en muchos años, en el "Rinoceronte", a lo Ionesco.

domingo, 12 de octubre de 2014

Desencuentros

María de Jesús versus Santa Teresa


  Al gesto de cerrar la última página de El testamento de María (Colm Tóibín, Lumen, 2014) le sucedió el verme, en muy pocas horas, en la iglesia de los Carmelitas Descalzos de Toledo, escuchando la poesía de Santa Teresa de Jesús "Las palabras del alma"; el grupo Hijos de un Río Amargo, (Consuegra, Toledo) para rememorar el aniversario de su muerte (4-10-1582). Era el prólogo de los actos previstos por el quinto centenario de su nacimiento. Sentado en la bancada con filigranas de madera y reclinatorio frente al altar sentí emociones contradictorias a medida que transcurrían los versos de cohetáneos de la Santa aderezados con música de tal época.
"Hijos de un río Amargo",
 en el convento de los Carmelitas (Toledo)
   A la desazón, y al mismo tiempo conciliación, que produce chocar con las bajezas y dudas que Tóibín dibuja en la conciencia de una María, madre de un Jesús carnal y su marabunta activista contra el poder romano y religioso judío, Teresa de Jesús desparrama pasión mortuoria por unirse con el "esposo". Frente a la huída de la vida de la María humana, la de Tóibín, en el final de sus días, cansada de la hipocresía y la locura desencadenada por los feroces trastornados que soliviantaron y siguieron a su hijo, la monja poetisa, muy versada en la musicalidad de sus textos, busca desesperadamente reencontrarse con su "amado". 
   Mientras en María la duda le niega reconocer en aquel hombre al hijo de Dios, era sangre de su sangre -y del olvidado históricamente marido-, al que abandona con la huída temerosa tras la crucifisión, avivada por los seguidores de un ídolo al que tratarán de ensalzar por encima de lo humano con hechos que ella misma recuerda dubitativamente, o los desmenuza como fruto de una locura colectiva, Teresa mantiene la certeza en que "el esposo" reconfortará la transición de esta vida de sufrimiento, confirmando lo ideado por los que trazaron la versión de aquella "Pasión" y sucesión de dogmas que la Fe ha ido construyendo durante siglos. 
   Hasta aquí, el imaginario colectivo de muchas generaciones ha percibido a la monja universal en un estado "de angustiosa perturbación. Sujeta entre Dios y el mundo, aspira a deshacerse de éste. La vida que lleva no responde a sus ansias de perfección...". ("Santa Teresa de Jesús", Hijos Ilustres de España, Andrés Revesz, Edit. Sánchez Rodrigo, Plasencia, 1956). Una reiteración literaria y de leyenda sobreabultada durante el nacionalcatolicismo y que ha ido creciendo su imagen en el ámbito literario y teatral (hasta llegar a la Teresa mortal, por fín, acusada de heterodoxa y mística por el Inquisidor, de un Juan Mayorga, Premio Nacional de Literatura Dramática 2013 en La lengua en pedazos, y que hoy iría derivada a un posible tratamiento psiquiátrico de seguir al pie de la letra sus "visiones" y percepción fragmentada, síntomas de la esquizofrenia)En la historia recontada, el momento en el que las Santa se encuentra con el sentido que da luz a su vida se produce, según Revesz, ante un Ece-Homo, en la semana de pasión, cuando lleva dieciséis años de vida enclaustrada.
La Piedad de Elche.
Imaginería católica que visualiza mensajes
muy asentados en la conciencia católica.
   Curiosa contradicción con el libro de Tóibín, donde la madre huye a ocultarse de los que le dan muerte a su hijo, dolida, muerta en sus entrañas, y de miedo. El odio desatado contra Jesús, su abandono, atormenta a esa madre que se hiere constantemente con la duda de si hubiera podido arrastrarlo de lo que le transmitieron como "inevitable". No siente, tampoco, en lo íntimo de su ser, que la muerte de su hijo vaya a salvar el mundo; cuando uno de los acólitos, se sobreentiende un apóstol que está llamado a reescribir la historia, le dice "Ha muerto para salvar el mundo y darnos la vida eterna", ella se pregunta: "¿Cómo, muriendo en una cruz?", para luego exclamar "no merecía la pena". 
   Desde Éfeso, como una refugiada política, aquella madre dibuja un universo muy distinto al de Teresa que enciende las llamas de un supuesto espíritu al visionar la cruz, el destino de su alma. Se ha cerrado al leerla, o escucharla, la aventuranza, el escrutinio de aquellos apóstoles ideólogos de un carisma, una fórmula reconfortante, un ideario político-religioso; pero también de unas sensaciones, las de Teresa, de las que no se aleja Juan de la Cruz, en llamaradas corporales encendidas a la pasión por un Dios, un Cristo, que místicamente llena los vacíos de la vida terrenal tan andrajosa y cruda.
   Entre las dos visiones quince siglos, mucha historia del Cristianismo, con una Iglesia que vive anclada al poder desde sus orígenes, y que quiebra cuerpos cuando se saltan los dogmas por una Inquisición que tiene tanto de creencias en el más allá, como ahogar posturas que debiliten el poder económico y social en el acá. ¿Qué hubiera sido del "terrorista" de Jesús y sus seguidores de haberse revelado contra el dogma unos siglos más tarde? Los judíos ya vivieron en los años subsiguientes al martirio de aquel visionario que algo muy sutil había cambiado bajo sus pies. Su ruptura desencadenaría el más importante duelo entre dos de las religiones monoteístas de un mismo Dios para los creyentes.
   La María pagana de Tóibín no es creyente ni tan bondadosa, ni siquiera inmaculada, como la diseñó la ingeniería católica, sino una mujer que duda, que sufre el miedo, que abandonó a su hijo, que no supo, no pudo, protegerlo; fue débil, o quizás otros no le dejaron por una estrategia concebida para determinado fin, y que carga con una culpa que tan sólo se irá con su muerte. Al final morirá creyendo que aquella muerte no mereció la pena. 
   Es un retrato atroz, duro, un espejo donde intuimos lo que fue durante tantos siglos, mera "comparsa", hasta que llegan a la Iglesia católica del siglo XX las "Advocaciones marianas" y su figura se engrandece de virtudes que la definen como el cuarto cuerpo de la Iglesia (José Guerra Campos (1920-1997) fue uno, un ejemplo, de los más doctos en su cuerpo teológico).
R.P. José Antonio, O.C.D.
   Teresa de Jesús busca la muerte, se ceba en la cruz como símbolo de vida, juega poéticamente, casi locariamente, con la imagen de la muerte de aquel Cristo para ella; quiere desaparecer de este mundo de sufrimiento, como también Juan de la Cruz (de quien todo el que lee o escucha sus versos desprende un imaginario de sensualidad y sexualidad). Éste último, compañero inseparable de la Teresa, entre el misticismo y el ascetismo, fue, y es en sus versos, la reconciliación con la gravitación de la existencia, el amor, la sensualidad, la trascendencia de ambos, si cabe. Es la nota de equilibrio frente a Teresa; y también reconfortante frente a la desesperación de María (cuestión que será de ver en el montaje dirigido por Agustí Villaronga con Blanca Portillo como madre de aquel Jesús del que muy pocos se atreven a publicitar un estudio definitivo de su existencia, y mucho menos en los términos de personaje que se ha erigido desde la Iglesia; puede leerse, por la documentación y la ironía en su redacción, a Juan Eslava Galán en El catolicismo explicado a las ovejas, Planeta, 2009).
   Fuera de todo dramatismo o encono por cuestiones de creencias religiosas, lo sorprendente a estas alturas es que descubrimos el esfuerzo de cualquiera de estos creadores, Tóibín, Mayorga, Eslava, Villaronga, por hacer de su arte algo profundo y estimulante intelectualmente; aunque sea para abrir la confrontación en el plano literario o de creencias. 
  Y no por menos dejaremos de deleitarnos con la sublime creación de Teresas y Juanes, y las dudas de María.

martes, 30 de septiembre de 2014

Callejeando

Voix-vives frente a la muerte


   Joan Manuel Serrat ya no confía en la especie humana, "no me siento nada partícipe del proyecto de futuro (...) El miedo está haciendo mucho daño a esta sociedad”, (El País 1-9-2014).    Estas mil veces escuchadas palabras me arrancan un estremecimiento por venir de uno de los rapsodas con los que afinamos oído y mente a la poesía, a los poetas de siempre. Con él aprendimos, sin darnos cuenta, versos y compases que aún tarareamos en lo interno de nuestro ser. Con él vivimos, aún hoy, las cosas grandes y pequeñas que los poetas destapan con la palabra; una palabra que a veces abre en canal un cuerpo, con mayor vehemencia que un cuchillo (el pavor ante la desesperación de un secuestrado, un periodista, a punto de ser ejecutado en la guerra de Siria, pidiéndole que le cortase cuanto antes el cuello a su verdugo ante la inminencia de su muerte constatada; y esto en los versos de un poeta iraquí en el punto final de Voix-vives en Toledo, entre el 5 y 7 de septiembre pasados).
   Voces vivas, el encuentro de poetas que tienen como orilla un Mediterráneo sin fronteras, ha cumplido dos ediciones en la capital manchega, después de pasar por El Jadida (Marruecos), Génova (Italia) y Séte (Francia). Esa última noche, frente al Tajo, también nos llega, como un fogonazo más de rabia e impotencia, el testimonio de Qasim Albrisem, un doctor torturado por sus ideas en Irak, recogido en su Fligt from Saddam y para el que sellan estos versos:
No pierdas nunca el agua que duerme a los guardianes
Ni alojes en su boca la sal de tu estupor
                                                          Enrique Falcón (España).

   A lo largo de estas tardes-noches he sentido con estos poetas de pieles multicolores un pesimismo cercano al desasosiego en el fondo de sus mensajes, aunque también, como no, como siempre en la poesía, desencadenarse la pasión, el sexo, la belleza y la transgresión de la vida; el año pasado levantó mi piel de mármol J.C. Mestre y su poema “Cavalo Morto”, donde universo y hombre se colaron en mi imaginario:
Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo.
Un poema de Lèdo Ivo es una luciérnaga que busca una moneda perdida. Cada moneda perdida es una golondrina de espaldas posada sobre la luz de un pararrayos. Dentro de un pararrayos hay un bullicio de abejas prehistóricas alrededor de una sandía. En Cavalo Morto las sandías son mujeres semidormidas que tienen en medio del corazón el ruido de un manojo de llaves.
Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo.
Lèdo Ivo es un hombre viejo que vive en Brasil y sale en las antologías con cara de loco. En Cavalo Morto los locos tienen alas de mosca y vuelven a guardar en su caja las cerillas quemadas como si fuesen palabras rozadas por el resplandor de otro mundo. Otro mundo es el fondo de un vaso, un lugar donde lo recto tiene forma de herradura y hay una sola tarde forrada con tela de gabardina.
Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo…


  Este septiembre, frente a la colosal catedral, a los pies de esa original obra de Cristina Iglesias, reflejando la piedra granítica en nerviaciones al fondo, sentimos hondos los versos en árabe, italiano, francés, castellano, y tantas lenguas, perfumados, irónicamente, por las oleadas de sabores a chorizo, morcilla y panceta, mientras algún chaval distraído se aloja en los bajos del Ayuntamiento con sus últimos wasaps del día (toca eso ahora, claro está, mientras al otro lado otro joven de la misma edad busca el abrazo tierno de la colega poetisa que declamó a la tarde en otro rincón de la ciudad imperial).
La magia de la obra de Cristina Iglesias.
Mejor verlo en vivo.
   Versos tristes y duros sobre la melancolía, la muerte, la sensualidad, con el bello poema visual que recreaba la intérprete para el colectivo de sordos, con el arte y la belleza de las manos y brazos, acompañados de los gestos del rostro, con la traca final en el poeta-poema llanamente expresivo desde su mundo, aquel sí sordo y mudo.
  El resto de los días se desparraman por todos los rincones de esta ciudad, tantos y tantos poetas de tantas regiones dispares que es mejor sacar al albur cualquier verso y autor para luego encontrarse con él a solas, para disfrutarlo en vivo, rozándolos, abrazándolo. 
  Paradójicamente releía al tiempo una novela recomendada por un buen amigo, Ávidas pretensiones, de Fernando Aramburu (Seix Barral, 2014), donde un grupo de poetas lucha, cuerpo a cuerpo, con todas las malas artes, por publicar a costa de cualquier pago. Mas en Voix-vives estos seres multiformes avivan lazos de cordialidad, respeto mutuo, silencio, y hasta el ensimismamiento, para animar a un público que se deleite en la musicalidad de las lenguas del otro, antes de conocer su traducción, con cada pliegue de sus cuerpos.
   Y luego los paseos poéticos por el Toledo de Garcilaso, Bécquer, el grupo de la Orden de Berlanga y tantos otros, de la mano de Manuel Peinado, cayendo la tarde en las plazas y con el contraste del poeta árabe bajo cruces y altares (mientras desde alguna ventana saltan las voces de los comentaristas del Mundial de Baloncesto, sin conseguir bajarnos del Parnaso en el que andábamos perdidos). En otros vericuetos creativos, poemas infinitos o musicalizados con instrumentos enraizados en un pasado que no nos resulta remoto.
  Cuando ahora releo algunos poemas de Manuel Rivas, a quien no me atrevo a definir si poeta o novelista con un grandísimo tinte poético, de su antología El pueblo de la noche (Alfaguara, 1996), con su "Carretera",


El indicador decía Con niebla, no se detenga,
pero la niebla llegó a ser tan espesa
que detuvo cuidadosamente su coche.
Salió, dió unos pasos,
pero un miedo ancestral le hizo retroceder.
No había ruido ni eco
como si todo lo existente se desvaneciera.
Puso la radio y sólo escuchó una música árabe,
qué coño, tan al Norte.
Fue entonces cuando vio aquellas siluetas en el parabrisas.
Eran vacas,
enormes cabezas con ojos de aguanieve.

quise ser esa...

mujer que espera sentada
en un banco de la plaza de ángeles
frente a la catedral que no recuerdo
                                                   
                                                    Violeta Medina (Chile).


                                                      
                                      Para que las voces vivas siempre superen a las muertas por el miedo.